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El concierto comenzó con el Cuarteto en Re menor, Op. 42, de J. Haydn. Un grupo integrado por Esther López, Mariela Ríos, Marye Benítez y José Paniagua ejecutó muy bien esta obra. Interpretativamente es una composición compleja y que fue lograda por estos jóvenes.
Seguidamente sonó el Terzetto, Op. 74, de Dvorak, de manos de Irene Riveros, Emilce Godoy y José Benítez. Con mucha coordinación este trío inundó el teatro con esta melodía desgarradora y hasta apasionada.
El Quinteto Nº 4 en Sol menor, KV 516, de Mozart, fue abordado luego con gran determinación por Giammaria Tesei, César Flecha, Gerardo Gramajo, Lise Núñez y Laura Alvarenga. La obra atraviesa exquisitos pasajes donde cada instrumento, por separado, tiene atrapantes melodías, pero en conjunto son un deleite. El quinteto fue largamente aplaudido.
La segunda parte se dio con un dúo conformado por Ricardo Díaz (piano) y Gramajo (viola). Primero hicieron “Cuentos de hadas”, Op. 113, de R. Schumann, que sonó nostálgica y sentimental, y fue ejecutada con mucha precisión y pulcritud. El final se dio con la maravillosa Sonata Nº 1 en Fa menor, Op. 120, de J. Brahms. Tanto piano como violín encararon la obra con mucha personalidad.
Lastimosamente el teatro quedó grande para la poca gente que había, siendo esta una ocasión especial para el grupo. Los músicos estuvieron a la altura del escenario dando sus mejores interpretaciones. Es triste por un grupo que hace las cosas a pulmón, pero igual, para ellos valdrá la pena sembrar la semilla en las alrededor de 50 personas que hubo.
victoria.martinez@abc.com.py