El secuestro de niños en la posguerra del 70

Mañana domingo aparecerá, con el ejemplar de nuestro diario, el libro “El país ocupado”, del historiador Hérib Caballero Campos, título número dieciséis de la Colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y El Lector. Un capítulo esencial de este libro trata sobre el secuestro de niños paraguayos que luego fueron esclavizados en el Brasil.

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En su libro, Caballero Campos narra que los niños que habían perdido a sus padres y se encontraban con la muerte cada día después de la guerra, tenían que huir de las partidas de soldados brasileños que los secuestraban para enviarlos “como presentes a familiares o amigos en calidad de sirvientes o esclavos o poniendo precios elevados por el rescate de estas infelices criaturas”.

El historiador paraguayo Juan Bautista Gill Aguinaga, citado por Caballero Campos, aporta el testimonio de Bartolomé Yegros, quien tenía nueve años de edad en el momento de la finalización de la Guerra.

Yegros dio el siguiente testimonio, reproducido en “El país ocupado”, que aparecerá mañana: “Yo contaba entonces nueve años de edad [sic]. Centenares de criaturas hambrientas y desparramadas llegaban de la campaña a la capital, tras los peregrinos que regresaban de los desiertos, extraviados por causas múltiples de nuestras familias o tutores, rastreándolos inútilmente. Y amedrentados por los que robaban niños en la ciudad, los que podíamos escapar a estas persecuciones, huíamos de nuevo al interior, vagando hasta encontrar alguna persona piadosa en las poblaciones cercanas…”.

En el periódico La Regeneración se publicaron avisos de madres, que pedían por sus hijos, como el caso de Natalia Torres, vecina de Paraguarí, que buscaba a su hija menor Juana Paulina, o el caso de Joaquina Vera quien ofrecía gratificación a quien le devolviera a su hijo de 5 años Juan B. Molina, extraviado en Caacupé.

A algunos les fue muy bien luego del secuestro, tal como lo demuestra otro testimonio registrado por Gill Aguinaga y reproducido por Caballero Campos, el de Manuel Domecq García, oriundo de Tobatí y secuestrado por soldados brasileños, que le exigieron a su tía Doña Concepción Domecq de Decoud la suma de ocho libras para liberarlo.

Manuel se trasladó posteriormente a la Argentina, donde obtuvo la ciudadanía de ese país y llegó al grado de almirante de la marina argentina. Ocupó luego el cargo de nada menos que ministro de Marina, entre 1922 y 1928.

Héctor F. Decoud, primo de Manuel Domecq, anotó en su libro “Hasta muchos años después de la guerra, las pobres madres no cesaban de reclamar la entrega de sus hijos robados”, y como ejemplo transcribe una nota del canciller paraguayo al cónsul del Paraguay en Buenos Aires. Dicha nota está fechada el 19 de agosto de 1873 y por la misma se solicita la búsqueda de una niña de 10 años de edad, cuya madre tenía información cierta de dónde se encontraba residiendo.

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