El renacer de una revolución musical

El guitarrista paraguayo Javier Acosta Giangreco presentó los resultados de una investigación esencial: el libro y disco “La revolución inconclusa”, donde rescata la vida y obra del paraguayo Nicolás Pérez González.

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En la primera parte de un evento completo, Javier Acosta Giangreco presentó el libro junto con la mirada histórica de Fernando Masi, los recuerdos y anécdotas del profesor José Luis Miranda, con Mario Rubén Álvarez como moderador.

Nicolás Pérez González (1927-1991) “ya entendió que la música paraguaya en la década del 60 y 70, en la tradicional forma de guarania se estaba agotando”, explicó Javier sobre la deducción a la que llegó tras años de investigación.

Nicolás “lleva la música paraguaya a un terreno más inhóspito, que es la vanguardia europea, que es justo lo que él estaba viviendo”, contó el guitarrista, pues el compositor fue exiliado a Brasil tras la revolución del 47, pero finalmente se instala en Francia, a inicios del 60.

Javier detalló que Nicolás “se aventuró a hacer las primeras guaranias atonales, con conjuntos de los más exóticos”, como por ejemplo un cuarteto de metales, “cosas que ningún paraguayo había hecho antes”, afirmó ante el público que llenó la sala.

“Lastimosamente en el 91 fallece y su obra queda en silencio. Por eso lo que hizo fue como una revolución que se empezó a gestar en la música paraguaya pero quedó inacabada, porque nadie pudo continuar con ese avance que él había dado”, indicó.

A su turno Masi subrayó que, en cuanto al contexto histórico, “por más controles y restricciones que había (por parte del gobierno) surgían nuevos fenómenos dentro de las artes, específicamente en los años 60 y 70”. En el caso de Nicolás y su hermano Eladio, y como muchos otros, “utilizaron el exilio para formarse”, manifestó.

En tanto el profesor Miranda esbozó un perfil personal de Nicolás. Destacó que era alguien “muy estimulante pese a su severidad”, de “mucha firmeza en el carácter” y respetuoso. Juntos estrenaron obras en el Teatro Municipal de Asunción y en el Salón Dorado del Teatro Colón de Buenos Aires.

Sorpresa y emotividad

Un hecho que impregnó de mucha emotividad al evento fue que Eladio Pérez González no solo estuvo presente sino que subió a escena para, en una primera parte interpretar dos obras de Debussy, con una brillante Valentina Díaz-Frenot al piano. Fueron gratas sorpresas la voz y la presencia escénica de Eladio, a sus 92 años.

Vino luego la parte dedicada a las obras de Nicolás, de la mano de Javier junto con la soprano argentina Gabriela Guzzo. Ellos hicieron “Tres canciones paraguayas en guaraní”, composición de gran expresividad melódica, algo que ambos cumplieron con gracia y sobrado talento.

Fue luego el estreno de la suite “Mbaracapú”, por el guitarrista solo, donde nos muestra el cambio de estética de Nicolás. Una exquisita composición que realmente habrá sido sugerente para la época.

Guzzo y Díaz-Frenot estrenaron luego “Canción de las tres mitades”, una pieza de suma belleza y efusividad. Javier hizo dúo luego con el guitarrista Lázaro Barni para el estreno de “Mboreví”, una obra de extrema delicadeza.

Tras la ejecución de la sublime “Mangoré”, por Javier, llegó el momento álgido de la noche, el estreno de “Tres juguetes rotos”, donde Eladio volvió a poner la voz. La obra de por sí es poderosa, pero el dúo hizo un gran trabajo, sobre todo Eladio al entregarse por completo a esta interpretación.

Es sumamente loable el esfuerzo de Acosta Giangreco. Ojalá tanto él como otros artistas continúen por esa senda para seguir descubriendo joyas musicales creadas y que nos quedan por conocer. victoria.martinez@abc.com.py

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