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La obra sobre los paraguayos que apoyaron a la Triple Alianza fue preparada por la historiadora compatriota Beatriz González de Bosio.
Por qué y cómo aparecieron los llamados legionarios; cuál fue su conducta antes, durante y después de la guerra. Estas y tantas otras preguntas son respondidas en este libro.
Sobre el origen de los legionarios, Beatriz González de Bosio recuerda que la dictadura del doctor Francia (1816-1840) obligó al exilio generalmente bonaerense a muchos de sus adversarios políticos, quienes partían acompañados de sus familiares en un vía crucis que los volvía detractores de sus políticas en la capital del Plata, donde para complicar la situación los gobiernos consideraban al Paraguay como una mera provincia rebelde a la que había que reincorporar a la Confederación Argentina, presumiblemente, de haber necesidad, con el apoyo de estos paraguayos forzados al éxodo.
Fallecido Francia –expresa la historiadora en su libro–, el gobierno de Don Carlos Antonio López recibió de vuelta a muchos de los anteriormente expulsados, pero a su vez, al consolidarse este gobierno, se tornó necesario recurrir también a los métodos autoritarios, y ello culminaba siempre en un acrecentamiento de paraguayos forzosamente obligados a residir fuera de su país.
Uno de esos exiliados utilizó las letras para dramatizar la situación del Paraguay. A través de artículos periodísticos luego compilados en el libro “Cartas del Ciudadano Paraguayo”, Manuel Pedro de la Peña enviaba misivas muy elocuentes e ilustrativas dedicadas al hijo del presidente López, el general Francisco Solano, que era su sobrino, explicando de paso una condición ineludible en el Paraguay donde todas las familias prominentes de una u otra manera estaban emparentadas, haciendo más doloroso el exilio.
Los exiliados de Buenos Aires tuvieron la necesidad de organizarse, refiere la autora de “Los legionarios”. La Sociedad Libertadora del Paraguay (1857-1859), fundada el 17 de diciembre de 1857 en Buenos Aires, correspondió a una iniciativa de Manuel Pedro de la Peña y Segundo Machaín, quienes fueron los mentores de la misma y ejercieron influencia preponderante en su ejecutoria, que concluyó el 18 de febrero de 1859.
La Sociedad Libertadora del Paraguay publicó un periódico titulado El Grito Paraguayo. Otros diarios de Buenos Aires de la época, El Orden, de Luis L. Domínguez; El Nacional, de Domingo Faustino Sarmiento, y Los Debates, de Bartolomé Mitre, brindaron sus espacios a los paraguayos exiliados.
A la mayoría de los fundadores de ese “frente de liberación” pertenecían quienes organizaron la Asociación Paraguaya en noviembre de 1864. Los miembros de la Asociación, así como los enrolados en la legión posteriormente, tranquilizaban su conciencia por combatir del lado de los enemigos del Paraguay diciendo que su objetivo era derrocar a la tiranía de López.