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Aquella matanza es recordada en el libro escrito por Andrés Colmán Gutiérrez para la serie “A 150 años de la Guerra Grande”. La obra aparecerá el domingo 8 con el ejemplar de nuestro diario, como volumen número 14 de la valiosa colección historiográfica publicada semanalmente.
El libro trae como anexos una rica variedad de textos, desde decretos hasta poesías, que permitirán al lector comprender en su justa magnitud lo que fue la mal llamada batalla de Acosta Ñu y lo que la misma significó y significa en la conciencia colectiva de los paraguayos.
El autor de este libro nos permite recordar y comprender lo que pasó en los campos de Acosta Ñu, en las cercanías de la hoy ciudad de Eusebio Ayala, hace 144 años, cuando miles de niños enfrentaron a un enemigo feroz que los aniquiló en el campo de batalla, y que, para peor, demostró su inhumanidad al quemar dicho campo con los heridos aún tendidos en él.
Colmán Gutiérrez sostiene en su libro que más allá de cualquier apreciación crítica que se pueda hacer a la utilización de seres en plena infancia en la guerra, no se puede eludir la emoción patriótica ante el sacrificio del batallón de niños y ancianos que se batieron y se inmolaron en los campos de Acosta Ñu, “aquel fatídico y glorioso 16 de agosto de 1869, en lo que seguramente puede considerarse como el mayor holocausto infanto-juvenil en la historia de América”.
Hay que recordar que tras la destrucción casi total de Piribebuy, el 12 de agosto de 1869, Luis Filipe Gastão de Orleans, el conde d’Eu, ingresó al frente de las tropas en la ciudad de Caacupé, en la mañana del 15 de agosto, pensando que iba a encontrar al Mcal. Francisco Solano López, para lograr el final de la guerra. Pero D’Eu solo encontró un poblado fantasma. El fracaso lo puso de muy malhumor.
Las dilaciones de d’Eu y su aliado, el general porteño Emilio Mitre, en avanzar rápido y cortar el paso a López fueron un grave error, que permitieron el prolongamiento de la guerra por varios meses más, coinciden analistas desde el propio bando de los aliados.
A la noche, las tropas brasileñas llegaron a Barrero Grande y al día siguiente fue el enfrentamiento en Acosta Ñu.