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Luego de recorrer varios festivales internacionales por fin se ha estrenado en nuestro país el documental de Ullón. El mismo pertenece a ese tipo de documentales que toca historias familiares, prácticamente personales del director, y lo desarrolla en busca de respuestas o, en todo caso, las universaliza, mostrando que no son cuestiones meramente familiares. Así es con “Allende mi abuelo Allende”, de Marcia Tambutti Allende, y “Cuchillo de Palo”, de Renate Costa.
Aramí expone el caso de su madre, epiléptica y con Parkinson. La joven directora está viviendo en Suiza y no sabe con quien dejarla, ya que no tiene parientes directos. Debe encontrar un asilo en donde pueda estar segura de que ella estará bien atendida. En esta búsqueda surge toda la experiencia compartida con su madre y la culpa que siente tras la decisión que deberá tomar.
El filme es crudo en el tratamiento del tema, prácticamente son sesiones de terapia frente a las cámaras. La lente nos permite participar de las conversaciones de madre e hija (y también con el padre, que en la medida de sus posibilidades sigue ayudando a su ex pareja). Llega al punto de que se rompe la frialdad del documental. A esto se suma una edición más propia de un filme de ficción y una fotografía muy bella que expone una Asunción muy íntima. El fotógrafo Ramón Giger nos devuelve una ciudad que si bien es hostil, también puede ser cómplice, y prestar el hombro cuando necesitemos llorar.
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