El “cuerpo del delito” es el tratado de la tríplice

Finaliza hoy la publicación de la colección historiográfica “A 150 años de la Guerra Grande”, que cada domingo ha entregado ABC Color y El Lector.

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El último libro es “Las reparaciones de guerra”, del doctor Nelson Alcides Mora.

Mora reivindica la posibilidad de que el Paraguay acuda a organismos internacionales buscando un resarcimiento por haber sido víctima de crímenes durante la contienda bélica traída por la tríplice.

Al respecto, Mora señala, parafraseando a otro hombre de Derecho, que el Tratado de la Triple Alianza es “el cuerpo del delito” que denuncia el crimen.

El autor de este libro dice que la guerra no fue hecha para liberar al Paraguay ni para defender principios. “Los agresores, que decían ser víctimas de agresión, habían manipulado los hechos para justificar la infame decisión; y en realidad, fue una guerra de conquista cuyo último fin era la destrucción de un pueblo y la toma de un botín”, expresa el autor en su obra.

De acuerdo con el doctor Mora, es muy gratificante referir al Derecho como expresión de justicia; sin embargo, la mayoría de las veces no es más que un sistema normativo destinado a consolidar situaciones de hecho, derivadas de la fuerza, y actúa entonces como medio de perpetuación de privilegios.

En el Derecho Internacional –sostiene–, es conocido el eslogan del positivismo radical, proponiendo que cualquier acto, incluso el más inmoral, podía ser elevado al rango de derecho si se le hacía objeto de un Tratado.

“La barbaridad del Tratado de la Triple Alianza –dice Mora– ha dejado preguntas que no tienen respuestas. Que no satisfacen únicamente a los efectos de la guerra como tal sino también a las causas previstas en el propio texto del Tratado. El artículo 6° del mismo, y su Protocolo, nos cuestionan algunas de ellas: “¿Acaso la circunstancia de que el Mariscal López fuese un tirano sanciona la venganza de la Triple Alianza? ¿Cómo se justifica el saqueo de Asunción? ¿Cómo se hace lucrativo el robo de prisioneros y su venta? ¿Y la deuda colosal impuesta? ¿Y el exterminio lento y tenaz de un pueblo? ¿Y la ocupación arbitraria del territorio por seis años más, sumados a los cinco de guerra? ¿Y el inicuo pacto del botín? ¿Y el despojamiento de media nación? ¿Y su aniquilamiento moral y político?”.

La revisión del orden de los acontecimientos y el detalle de los documentos oficiales de un lado y otro dan suficiente evidencia de que el tratado estaba ya listo un año antes a la espera de que lo firmasen, teniendo como base preliminar lo firmado por Parahnos, con Bernabé López, ministro de Relaciones Exteriores, y Santiago Derqui, ministro del Interior de la Confederación Argentina, en diciembre de 1857.

Según Mora, con el Tratado la sordidez diplomática estaba, ahora, configurada. Brasil, Argentina y Uruguay marchaban de hecho para la guerra. “Podían comenzar las luchas, cuyo fin y naturaleza están previstos en el Tratado de Alianza, ajustados el 18 de junio de 1864 en Puntas del Rosario, bajo la inspiración de Edward Thornton, el representante diplomático de Inglaterra, firmado por sus ejecutores el 1° de mayo de 1865”.

Además, los firmantes del acuerdo se aseguraban a través del Protocolo, sin ambigüedades ni subterfugios, que los futuros gobernantes del Paraguay “liberado” no lleguen a perturbar la libre ejecución de todas las estipulaciones del Tratado.

La Guerra de la Triple Alianza fue de conquista y tuvo su nacimiento en un Tratado considerado por Mora como ilícito, ilegal, irracional y contra toda normativa y moralidad vigente en aquel tiempo. Ante esto, afirma que es posible a luz de la normativa vigente peticionar la nulidad de todos los convenios y Tratados firmados por nuestro país al final de aquella contienda.

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