El arquitecto Miguel Ángel Alfaro dejó un extraordinario legado

Miguel Ángel Alfaro es uno de esos paraguayos que contribuyó al desarrollo del país desde su profesión, pero que con el transcurrir de los años ha sido olvidado por una sociedad que, influenciada por diversos factores, consideró que solo eran grandes hombres aquellos que lucharon en las guerras. Dejó un notable legado arquitectónico.

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La arquitecta María Gloria González ha escrito un libro con la biografía de Alfaro, que aparecerá mañana domingo con el ejemplar de nuestro diario.

En él, la autora nos presenta la vida de un hombre que fue uno de los primeros en dedicarse a la arquitectura en el Paraguay en el siglo XX, y cuya labor profesional ha marcado un hito en el desarrollo de los edificios y monumentos de la ciudad de Asunción, principalmente, de la cual fue intendente en los años 20.

Trabajar la estructura y la imagen de capitalidad de Asunción fue una tarea asumida responsablemente por Miguel Ángel Alfaro desde su labor municipal. En las edificaciones de su autoría (gran parte aún persisten, aunque varias de ellas ya modificadas) podemos observar la rigurosa adscripción a la normativa de construcción urbana vigente en la época de su construcción, sean las mismas proposiciones particulares o de interés comunal.

En el ámbito gremial, con el objetivo de promocionar la imagen del arquitecto y la valorización de su práctica profesional en un ambiente dominado por los ingenieros, en 1946 suscribió el acta fundacional de la Asociación Paraguaya de Arquitectos (APAR), junto a otros siete colegas: Francisco Canese, Tomás Romero Pereira, Mateo Talia, Homero Duarte, Natalio Bareiro, Américo Bergonzi y Ramón González Almeyda.

En el ámbito educativo, su principal contribución radica en haber participado activamente en la fundación de la Facultad de Arquitectura UNA, tras varios años de reuniones con otros profesionales que al igual que él habían estudiado la carrera fuera del país, con quienes compartía el sueño de contar con una institución local para tal efecto.

Como docente, Alfaro se dedicó de lleno a la enseñanza en la citada casa de estudios, con la convicción de que la arquitectura es ante todo un arte, pensamiento que transmitió a sus alumnos con fervor. A más de técnicas del dibujo, también disertaba sobre las bases éticas de la profesión, haciendo hincapié en la gran responsabilidad del arquitecto al intervenir en el paisaje urbano.

Miguel Ángel Alfaro nació en Asunción el 11 de julio de 1888. Sus padres fueron el Cnel. Miguel Ángel Alfaro Guanes, héroe de la Guerra de la Triple Alianza, y Carolina Decoud. Luego de graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras en el Colegio Nacional de la Capital, el joven Alfaro se trasladó a Italia para iniciar su formación universitaria, primero en Roma y luego en Nápoles.

El doctor Eligio Ayala nominó a Alfaro para interinar la titularidad de la administración municipal asuncena, desde el 14 de febrero de 1924.

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