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Hace muchos años, su voz de soprano ligera era la predilecta de los maestros Juan Carlos Moreno González y Manuel Frutos Pane. Los compositores de las zarzuelas paraguayas La tejedora de Ñandutí y María Pacurí tuvieron que ir a su casa a pedir permiso a los padres (José Dolores Zarza y Enriqueta Tuffari Jara) para que Kikina Zarza pudiera integrar el elenco de La tejedora de Ñandutí. “La que estaba contratada para ser estrella era María Aurelia Camihort de Lofrussio, yo era la suplente. Ella se enojó y quedé yo a cantar toda la obra durante 1956 y 1957. Un éxito total, el Teatro Municipal se llenaba, la gente hacía cola para las funciones”, recuerda con una sonrisa.
En 1958, Moreno González y Frutos Pane estrenaron la zarzuela Corochiré, con las voces de Sarita Antúnez y Ana María Casamayouret. Y esta vez la que se enojó fue Kikina, por no haber sido convocada.
Al año siguiente la volvieron a llamar para protagonizar María Pacurí, pero ella no tenía ganas de cantar. “Me regalaron un anillo y un par de zarcillos para adularme. Y mi papá les dijo que se fueran tranquilos, que yo iba a cantar. Es que escribieron la obra para mi voz. Me dijeron: ‘Esto te dedicamos a vos’”.
La cantante lírica compartía cartel en Teatro Municipal de Asunción con Azucena Zelaya (en el papel de doña Rosita), Mirian Celeste (Tomasita), Óscar Barreto Aguayo (don Sofanor) y Perlita Fernández (Angélica), entre otros personajes. “Canté durante todo 1959 y 1960. No descansábamos, yo no tenía suplente. Te digo que canté en 300 funciones en esos cuatro años”.
Alta dosis de emoción experimenta Kikina Zarza cuando habla de esos años de esplendor de la zarzuela paraguaya. Justamente, ahora en 2019, se cumplen seis décadas del estreno de María Pacurí. “Son recuerdos hermosos que nunca voy a olvidar, los voy a llevar hasta los últimos días de mi vida”, dice con convicción.
Agradece la formación artística que recibió de la princesa rusa Nadine de Tumanoff. “Se dio cuenta del talento que Dios me dio y trabajó mucho conmigo la impostación de voz y respiración”, agrega. Completó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, con la profesora Carmen Almirón.
“No me gusta enseñar, se desgastan las cuerdas vocales”, hace saber.
Kikina cantó hasta los 70 años en la iglesia, en casamientos, interpretando el Ave María, la Marcha Nupcial.
Hoy, alejada de los escenarios y refugiada en el calor familiar, su tranquila vida se circunscribe en el cuidado de su esposo, el cariño de sus tres hijos, once nietos y tres bisnietos.
Una voz lírica que llegó desde Yuty
Perla Josefina Zarza Tuffari nació en Yuty el 25 de febrero de 1937. Empezó a actuar a los 7 años acompañada por su hermano Fernando con la guitarra de su papá José Dolores, en veladas escolares. Fue alumna de la princesa rusa Nadine de Tumanoff en la Academia de Arte Lírico de Asunción. Entre 1959 y 1961 era cantante solista de la Orquesta de Cámara del Ateneo Paraguayo y de la OSCA. En 1980 obtuvo el título de profesora de Música y Canto en la Escuela de Bellas Artes, dependiente de la UNA. Se casó con Gilberto Penayo Ortiz, en 1960, y es mamá de tres hijos: Gilberto (57), María del Rocío (53) y Carlos Alberto (45).
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