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Seguidamente invitó al violinista Horacio Viñales, con quien hizo una serie de obras como la Cavatina, de Joachim Raff, donde quizás pudo haberse medido un poco más la energía, sobre todo la del violín, un poco sobrepasada.
También ejecutaron “Playera”, Op. 23, de Pablo Sarasate; “Meditación”, de la ópera “Thais”, de Massenet; y los tangos “El choclo” y “Adiós Nonino”. Sin dudas, son obras desafiantes para ambos instrumentos y en ellas hubo compromiso, pero en momentos como en “El choclo”, no se sintió mucha seguridad o un buen ensamble.
Nicole fue creciendo conforme avanzó el concierto, y para su parte final como solista interpretó obras incluidas en el libro “Piano paraguayo”, de Óscar Cardozo Ocampo. Sonaron así “Danza paraguaya”, de Mangoré, y “Renacer”, donde invitó a Auxi Barrios para recitar la letra, en lo que fue uno de los momentos más emocionantes de la noche.
Siguió con “Che trompo arasá”, de Herminio Giménez, entregándose Kennedy por completo a la obra. Luego llegaron “Pyhare pyte”, “Purahéi paha” y “Ka’aty”, para culminar con “Ahendu nde sapukái”, todas de Flores, y en donde Nicole mostró el brillo con el que puede ejecutar el piano. Ella es una promesa de este instrumento y ojalá siga creciendo por este promisorio camino.
victoria.martinez@abc.com.py