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Su nieto, Cristóbal Ugarte, “El Tololo” , ha sido el encargado de meter en la caja 1552, empotrada entre las de Carmen Balcells y Manuel Alexandre y debajo de la de Cristóbal Halffter, la máquina con la que este “embutido de ángel y bestia”, como se autodefine el chileno, ha creado sus “artefactos” y ha bajado la métrica a la calle en forma de “antipoesía”.
Ugarte, que ha recibido una llave simbólica de la caja y un certificado, ha leído en nombre de su abuelo, como ya hiciera ayer al recoger para él el Premio Cervantes, un poema de Parra, en esta ocasión uno de los primeros, el que comienza diciendo “Hoy es un día feliz” y concluye “el tiempo lo ha borrado todo/como una blanca tempestad de arena”.
El nuevo Cervantes –séptimo premiado de los que “habitan” con sus legados la Caja de las Letras– estaba muy contento con el acto de ayer y emocionado, según ha explicado posteriormente Ugarte a los periodistas, por “comprar los diarios y ver qué decían”.
El culto –es matemático, físico y mecánico teórico– y cosmopolita creador –vivió en Estados Unidos y el Reino Unido– ha querido que la máquina llevara en su rodillo un papel manuscrito en el que puede leerse “La Máquina del Tiempo. Nicanor Parra. P.C. 2012. A don Miguel de Cervantes & Saavedra. Atentamente, el autor”.
Por detrás de ese folio, ha escrito el poema que podrá conocerse cuando se abra la caja, el 4 de setiembre de 2064, el día en el que Parra cumpliría 150 años.
“Estaremos todos aquí”, ha asegurado ufano el presidente del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, durante el acto, “el más antipoético” de todos los que puede imaginar, ya que ha metido “un artefacto poderoso” en “la cámara acorazada de un banco”.
Es “una máquina del tiempo”, ha dicho, porque “sus teclas han marcado el pulso de la historia del mundo, de Chile, de América, de la cultura, de las letras, de sus amores y desamores. Todo ello grabado con su fuerza subversiva”. La máquina de escribir permaneció ayer sobre una silla en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá durante la entrega del Cervantes y se ha constituido así en el primer objeto completamente desvelado de las 19 donaciones que se guardan en la que fue la cámara acorazada del Banco Central. “No es un objeto muerto, sino que guarda toda la poesía escrita y la que va a escribir”, dijeron.