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Cuando en 1914 estalló en Europa la Gran Guerra, el Paraguay no tuvo mayores problemas que resolver, luego de que se decretara su neutralidad en el conflicto. Como resultado de la Guerra contra la Triple Alianza, la presencia internacional del país era escasamente significativa.
Así señala la apertura del capítulo dedicado a la reacción de nuestro país ante la Primera Guerra Mundial, en el libro "Historia de las relaciones internacionales del Paraguay", que contiene pasajes de nuestra historia muy poco conocidos, como este de las primeras décadas del siglo XX, por ejemplo.
En dicha obra, sus autores, Ricardo Scavone Yegros y Liliana Brezzo, retratan cómo se relacionó nuestro país con el mundo en sus diferentes etapas históricas.
Este libro es el número 19 de la Colección La Gran Historia del Paraguay, de la Editorial El Lector, que se publicará con el ejemplar de ABC Color el domingo próximo. Se trata del penúltimo libro de la serie, que consta de 20 volúmenes.
A continuación, un pasaje del capítulo dedicado por Scavone Yegros y Brezzo a la postura paraguaya ante la primera conflagración mundial (1914-1919).
Condicionada su política exterior por el Brasil y la Argentina, los asuntos extrarregionales tenían limitada importancia para los dirigentes paraguayos. Mientras la guerra se mantuvo dentro del continente europeo, el Paraguay experimentó tan solo los efectos de la contienda en su vida económica: el conflicto mundial, interrumpiendo las comunicaciones y los intercambios, originó una difícil situación por la brusca y considerable disminución de los ingresos aduaneros, que constituían su fuente principal de recursos.
Pero los nuevos acontecimientos, a partir de que Alemania declarara la guerra submarina sin restricciones, en enero de 1917, plantearon al gobierno del presidente Manuel Franco problemas de otro orden. Alemania notificó a los países neutrales que evitaran enviar sus naves a las zonas bloqueadas, ya que si lo hacían serían hundidas sin aviso previo.
Los Estados Unidos rompieron sus relaciones diplomáticas con Alemania inmediatamente y notificaron de ello a los países neutrales el 5 de febrero, expresándoles su deseo de que adoptaran una actitud similar.
Entre los países de la región, la Argentina respondió a Estados Unidos que su diversa situación geográfica, política y comercial la colocaba en condiciones distintas para afrontar y solucionar el problema suscitado por la nota alemana. A partir de ese momento se generó una situación tensa entre la Argentina, por un lado, y Estados Unidos y las potencias aliadas por el otro, que esperaban un apoyo abierto. La tensión se mantuvo durante todo el año 1917, durante el cual fueron utilizadas fuertes presiones para que el gobierno de Yrigoyen cambiara el rumbo de su política neutralista. En Estados Unidos y en Europa, excepto en Alemania, la actitud argentina fue duramente criticada, y se la contraponía a la del Brasil, que apoyó abiertamente a Washington.
En el seno del Gobierno paraguayo, la posición del Gobierno argentino ante la contienda provocó la mayor atención. La respuesta a la nota en la que el representante estadounidense le comunicara la declaración de guerra a Alemania, había sido redactada en términos similares a la de la Argentina: "El Paraguay siente profundamente que procedimientos militares del imperio alemán opuestos a los principios y convenciones que fundan y reglan los derechos neutrales en la guerra marítima hayan obligado a los Estados Unidos de América a apelar a las armas para restablecer en ese respecto el orden jurídico por la reivindicación de aquellos derechos. En este concepto tengo el encargo de manifestar a Vuestra Excelencia que el Paraguay y su gobierno acompañan en estos momentos con la más viva simpatía a los Estados Unidos de América y al Gobierno americano".
La actitud de solidaridad moral, dentro de los deberes de la neutralidad, fue la que el presidente Manuel Franco juzgó que debía adoptar respecto a Estados Unidos y los demás gobiernos de América comprometidos en el conflicto.
Con motivo de estos sucesos, el representante argentino en el Paraguay, José María Cantilo, conversó varias veces con el ministro de Relaciones Exteriores Manuel Gondra quien, además de muy conocedor de la política americana, se había manifestado desde el comienzo de la contienda gran admirador del presidente Woodrow Wilson y de su gobierno.
La entrada de Estados Unidos en la guerra desplazaba, para Gondra, el eje de la misma, y hacía indispensable un "cierto grado" de solidaridad con el gobierno de Washington. Esta actitud, prestigiada por un hombre de su talla, encontró adhesión en muchos círculos. Para el 4 de julio, se proyectó en Asunción una manifestación de simpatía a los países aliados que, aunque llevada a cabo con prescindencia del gobierno, fue seguida de cerca por la Argentina.
Así señala la apertura del capítulo dedicado a la reacción de nuestro país ante la Primera Guerra Mundial, en el libro "Historia de las relaciones internacionales del Paraguay", que contiene pasajes de nuestra historia muy poco conocidos, como este de las primeras décadas del siglo XX, por ejemplo.
En dicha obra, sus autores, Ricardo Scavone Yegros y Liliana Brezzo, retratan cómo se relacionó nuestro país con el mundo en sus diferentes etapas históricas.
Este libro es el número 19 de la Colección La Gran Historia del Paraguay, de la Editorial El Lector, que se publicará con el ejemplar de ABC Color el domingo próximo. Se trata del penúltimo libro de la serie, que consta de 20 volúmenes.
A continuación, un pasaje del capítulo dedicado por Scavone Yegros y Brezzo a la postura paraguaya ante la primera conflagración mundial (1914-1919).
Condicionada su política exterior por el Brasil y la Argentina, los asuntos extrarregionales tenían limitada importancia para los dirigentes paraguayos. Mientras la guerra se mantuvo dentro del continente europeo, el Paraguay experimentó tan solo los efectos de la contienda en su vida económica: el conflicto mundial, interrumpiendo las comunicaciones y los intercambios, originó una difícil situación por la brusca y considerable disminución de los ingresos aduaneros, que constituían su fuente principal de recursos.
Pero los nuevos acontecimientos, a partir de que Alemania declarara la guerra submarina sin restricciones, en enero de 1917, plantearon al gobierno del presidente Manuel Franco problemas de otro orden. Alemania notificó a los países neutrales que evitaran enviar sus naves a las zonas bloqueadas, ya que si lo hacían serían hundidas sin aviso previo.
Los Estados Unidos rompieron sus relaciones diplomáticas con Alemania inmediatamente y notificaron de ello a los países neutrales el 5 de febrero, expresándoles su deseo de que adoptaran una actitud similar.
Entre los países de la región, la Argentina respondió a Estados Unidos que su diversa situación geográfica, política y comercial la colocaba en condiciones distintas para afrontar y solucionar el problema suscitado por la nota alemana. A partir de ese momento se generó una situación tensa entre la Argentina, por un lado, y Estados Unidos y las potencias aliadas por el otro, que esperaban un apoyo abierto. La tensión se mantuvo durante todo el año 1917, durante el cual fueron utilizadas fuertes presiones para que el gobierno de Yrigoyen cambiara el rumbo de su política neutralista. En Estados Unidos y en Europa, excepto en Alemania, la actitud argentina fue duramente criticada, y se la contraponía a la del Brasil, que apoyó abiertamente a Washington.
En el seno del Gobierno paraguayo, la posición del Gobierno argentino ante la contienda provocó la mayor atención. La respuesta a la nota en la que el representante estadounidense le comunicara la declaración de guerra a Alemania, había sido redactada en términos similares a la de la Argentina: "El Paraguay siente profundamente que procedimientos militares del imperio alemán opuestos a los principios y convenciones que fundan y reglan los derechos neutrales en la guerra marítima hayan obligado a los Estados Unidos de América a apelar a las armas para restablecer en ese respecto el orden jurídico por la reivindicación de aquellos derechos. En este concepto tengo el encargo de manifestar a Vuestra Excelencia que el Paraguay y su gobierno acompañan en estos momentos con la más viva simpatía a los Estados Unidos de América y al Gobierno americano".
La actitud de solidaridad moral, dentro de los deberes de la neutralidad, fue la que el presidente Manuel Franco juzgó que debía adoptar respecto a Estados Unidos y los demás gobiernos de América comprometidos en el conflicto.
Con motivo de estos sucesos, el representante argentino en el Paraguay, José María Cantilo, conversó varias veces con el ministro de Relaciones Exteriores Manuel Gondra quien, además de muy conocedor de la política americana, se había manifestado desde el comienzo de la contienda gran admirador del presidente Woodrow Wilson y de su gobierno.
La entrada de Estados Unidos en la guerra desplazaba, para Gondra, el eje de la misma, y hacía indispensable un "cierto grado" de solidaridad con el gobierno de Washington. Esta actitud, prestigiada por un hombre de su talla, encontró adhesión en muchos círculos. Para el 4 de julio, se proyectó en Asunción una manifestación de simpatía a los países aliados que, aunque llevada a cabo con prescindencia del gobierno, fue seguida de cerca por la Argentina.