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En algún lugar leí en estos días que las películas sobre tiburones que se hicieron tras la genial producción de Steven Spielberg de 1975 (“Jaws”) no lograron superarla, y que “Megalodon”, por fin, venía a hacerle justicia a aquella cinta protagonizada por Roy Scheider, Robert Shaw y Richard Dreyfuss.
El megalodon de Jon Turteltaub queda a la altura de un poroto en relación al escualo de Spielberg. Y es una pena que en Netflix ya no esté esa genial película para que las nuevas generaciones sepan realmente lo que es crear tensión con una historia muy bien narrada.
“Megalodon” está dirigido por Jon Turteltaub, director cuyo extraño apellido nos quedó en la memoria tras haber dirigido “Mientras dormías”, en los 90, entre otras comedias ligeras, y luego hizo la serie de tesoros perdidos protagonizada por Nicholas Cage. La nueva película es muy diferente.
Una expedición submarina descubre un ecosistema muy diferente en las profundidades del mar. Allí viven aún los megalodontes, tiburones prehistóricos de más de veinte metros. Los animales escapan de su ecosistema y suben a la superficie siguiendo a la expedición y causan estragos.
Hasta aquí, genial, pero Turteltaub construye una película con personajes altamente estereotipados, y pésimamente dirigidos. Aquí están desde el rico ambicioso que financia el proyecto, al que no le importa nada, hasta el bobo de la tripulación que lo único que uno espera es que el tiburón lo coma. Statham, sin director y sin algún toque de comedia, es detestable, y el resto ni pincha ni corta.
Hay una secuencia de playa, copiadísima a la película de Spielberg. En fin, película para ir en pandilla de adolescentes, con mucho pororó y nada de exigencias, y olvidarse lo que vio, apenas llegue al patio de comidas.
sferreira@abc.com.py