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Chico Díaz se mueve casi de incógnito en Asunción. Alguna gente lo mira como diciendo “me tiene cara conocida”, y otros se sorprenden de verlo caminando como uno más, a pesar de tantas series y telenovelas de la Globo y varias películas. En la redacción, un grupo de periodistas se acerca para pedirle una foto. “Una foto con el malo”, dice una compañera. “Nooo. Yo soy bueno”, responde Díaz, con una sonrisa franca.
“Tengo 70 películas realizadas. La primera fue ‘O sonho não acabou”, en 1981, dirigida por Sergio Rezende. Después vinieron un filme tras otro, y también la TV. La vida de actor es una montaña rusa, entre geografías diversificadas, y entre mentira y verdad”, dice Chico.
“Estamos empezando con la idea de hacer un documental sobre papá. Tengo videos de él, grabados en casa, en los últimos 15 años, y está toda su producción intelectual. Pero todavía es un proyecto”, dice Chico, que nació en México, cuando su padre vivía en el exilio. Su madre es brasileña, y luego de unos años se instalaron en Río, donde Chico vive hasta hoy. Allí se formó en arquitectura, y allí empezó su carrera actoral, primero en el teatro y luego en el cine.
Este año ha sido muy activo para Díaz. Hizo la novela “Velho Chico”, en la Globo, que ha tenido muy buen rating, y ha filmado varias películas, además de una miniserie para HBO (“El hipnotizador”), rodada en Montevideo y coprotagonizada con Leonardo Sbaraglia.
“Me gustaría hacer una película en el Paraguay. Estoy sintiendo que haré algo en breve, con Ramiro Gómez. Un largometraje sobre el que estamos conversando”.
“Adoré ‘7 Cajas’ y ‘Hamaca paraguaya’, y quiero ver “Guaraní”. Hay tantas historias que tienen que ser levantadas a la pantalla. De la frontera, de aquella guerra (la Triple Alianza); en fin, todo un universo que tiene que ser contado”, manifiesta.