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En una charla con estudiantes y especialistas de cine que asisten al Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Storaro contó que conoció la obra de Caravaggio en 1969 en una iglesia mediante un cuadro de San Mateo en el que la luz del sol divide la divinidad de lo terrenal y no volvió a ser el mismo. “Observé algo que nunca había visto en mi vida, dije: ¿cómo es posible que en nueve años de estudio de fotografía nadie me había dicho sobre Caravaggio?
“Dije: Dios mío, este es un genio, con una marca sencillamente nos está diciendo el origen del ser humano. Nunca había visto una pintura así y esto entró en mis sueños, en mi inconsciente, se metió hasta mis huesos”, aseguró. Dijo que la forma de manejar la luz del pintor fue una guía y una fuerte influencia en su forma de representar imágenes en las películas en que trabajó.
Storaro, ganador de tres Óscar por “Apocalipsis ya”, “El último emperador” (1987) y “Reds” (1981), es una de las figuras centrales del festival. Vino también para filmar “El Rey de todo el mundo“, su nueva colaboración con el español Carlos Saura.
El realizador español es también uno de los colaboradores que más le han cambiado su manera de concebir la cinematografía desde su primer trabajo juntos: el documental “Flamenco” (1995). “Carlos cambió mi mente completamente de lo que había hecho hasta ese momento, como yo solía hacerlo involucrarme con las historias“, comentó.
Afirmo que el cineasta le hizo entender que las películas pueden llevar un ritmo en la música y del canto, pero también de la cámara y de la luz, señaló.
Con Saura ha filmado siete películas, al igual que con el italiano Bernardo Bertolucci. El cinematógrafo italiano recordó que ha trabajado con pocos directores y aconsejó a los jóvenes aceptar los proyectos en los que se sientan cómodos, pues lo importante es tener las condiciones para que el proceso creativo pueda florecer.