Cantante que estudió en Italia y triunfó en el Colón

La biografía de Sofía Mendoza, en un libro escrito por Aída Lara Fabio, aparecerá el domingo próximo con el ejemplar de nuestro diario, como decimotercer volumen de la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector. Es una biografía esencial para conocer a la que está considerada como la mejor cantante lírica de nuestro país.

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Lara se refiere en esta segunda entrega de la entrevista mantenida con ella sobre su obra y la gran cantante lírica paraguaya que estudió en Italia y triunfó nada menos que en el exigente escenario del Teatro Colón de Buenos Aires, Argentina.

–Luego de estudiar en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Italia Sofía Mendoza integró el elenco del Teatro Colón de Buenos Aires. ¿Cómo se produjo su ingreso a tan prestigiosa institución cultural?

–Ella concluye sus estudios en 1932 en Turín, el conservatorio la distingue preparando una serie de conciertos por importantes ciudades de la costa italiana. Llega a Montevideo en 1933, donde realiza varios conciertos de solidaridad con la Cruz Roja Paraguaya para los combatientes de la Guerra del Chaco. Ese mismo año pasa a Buenos Aires, donde también realiza conciertos de solidaridad.

–Y allí trasciende…

– Conoce a dos amigos que la aconsejan utilizar la radio para hacerse conocer. De esa manera tiene noticias de un concurso en el Teatro Colón al que se presenta y donde ingresa en 1934. Permanece en ese teatro por once años.

–¿Cuándo y por qué Sofía regresa al Paraguay?

–Ella tuvo dos motivos para regresar al país. Al morir su padre, la madre había quedado sola y enferma; coincide con el pedido del Teatro Colón para que tomara la carta de ciudadanía argentina, a lo que ella se niega rotundamente. También en ese momento se encuentra en Buenos Aires con el doctor Víctor Böettner, entonces ministro de Educación, quien la invita a crear un conservatorio. Y acepta esa propuesta.

–¿Cuáles fueron las principales actividades desarrolladas por la profesora Sofía Mendoza a su regreso al país?

–Se dedicó en cuerpo y alma a la docencia del canto. Creó la Escuela Nacional de Canto con una subvención del Ministerio de Educación y Culto, más adelante la Escuela Municipal de Canto. Llevó cátedras en varios colegios de la capital, formando coros de alumnos. Promovió varias óperas, como Caballería Rusticana, Katiuska, El sueño de Renée, Madame Butterfly, entre otros.

–¿Cuál fue el principal aporte de Sofía Mendoza a la lírica paraguaya?

–Le dio un lugar y visibilidad a la lírica en el Paraguay y a la docencia del canto, incorporando el sentido de cultivo y educación de la voz. El ejemplo de la docencia de tiempo completo. Y por último, los alumnos y alumnas formados por ella siguen en la docencia con el mismo corazón y la misma mística. Así era ella, la maestra Sofía Mendoza.

Desgaste emocional

La autora admite que este material que tiene el concepto de rescate, también lo tiene de un gran desgaste emocional. “Así lo pude percibir en las notas realizadas con los alumnos que tuvieron la oportunidad de pasar por sus clases y de percibir su personalidad, no solamente de rígida, sino también de una madre sobreprotectora con sus alumnos. Cuando ella pensaba o sentía que de buenas maneras no podía hacer cambiar a ese alumno, recurría al ridículo, aunque le doliera, para sacar lo mejor de él o de ella. En cada nota realizada para este libro, salimos con el nudo en la garganta, pero con una imagen agigantada a través del tiempo, de esta gran maestra”, explica Lara.

Igualmente Sofía Mendoza ha dejado una lección de vida a todos los que abordan el canto.

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