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Las tres noches que duró el evento en el Teatro Municipal atrajo a mucho público, pero no como en años anteriores. Sin embargo, esta vez mejoró entregando el número justo de actuaciones para cada jornada, sin cansar a la gente.
El comienzo de la segunda jornada, el viernes pasado, estuvo a cargo de Gabriel Lema, con su propuesta de gypsy swing como también blues y rock and roll. Acompañado de Paula Rodríguez, Alberto Samaniego y Víctor S. Morel, lo suyo esta vez fue más eléctrico y gustó a la gente.
Seguidamente Blueroom, un grupo de jóvenes músicos, se llevó enérgicos aplausos del público por su fuerza interpretativa con dos voces de diferentes colores, que hacían buenas armonías, y muy buenos solos de trompeta.
El cierre lo dio el armoniquista argentino Adrián Jiménez, dueño de un gran dominio del instrumento. Él se presentó acompañado por Gustavo Sánchez Haase, quien tocó guitarra y una batería básica, con los pies, al mismo tiempo.
Jiménez hizo “hablar” a su armónica. Sonidos agudos, graves, y en todas las intensidades y velocidades, fue lo que hizo que la platea vibre a su ritmo con temas de John Lee Hooker, Muddy Waters, y otros, que también cantó.
El último día, el sábado, comenzó con Sánchez Haase y su proyecto The One Man Band. Tuvo como invitados a los argentinos Maxi Chávez (armónica) y Tito Agulla (guitarra), en un comienzo al que le faltó más arranque y mejor sonido. No obstante, la gente aplaudió la coordinación y agilidad del “hombre orquesta”.
Sin duda lo mejor vino después, el colombiano Carlos Elliot Jr. fue una sorpresa para todos. Con talento, personalidad y entrega se metió al público en el bolsillo.
Luego de una mística introducción donde hizo un solo de flauta, interpretó temas propios de puro blues rock, acompañado por un gran baterista, también colombiano, Eduardo Oviedo.
Cuando hizo “When The Beat Heats You”, también suyo, recorrió el escenario de punta a punta, y en un derroche de energía corrió por toda la platea y palcos, animando al público, sosteniendo siempre el riff de guitarra.
A medida que avanzaba su show, también incrementaba la distorsión de su instrumento. Su genialidad rememora aquellos célebres momentos de Jimi Hendrix, pues se agachaba frente a su guitarra posada sobre el suelo, mientras entregaba un bucle de feedback que se hacía cada vez más intenso.
El efecto resultante fue el de una especie de ritual astral con la guitarra. El público quedó nada menos que anonadado ante lo que fue el momento más potente del festival. Ojalá volvamos a tenerlo en otras ediciones.
El cierre se dio con The Borders All Star Band, y una jam que fue puro disfrute, donde se unieron músicos paraguayos, argentinos y colombianos. Fue la alegría de volver a ver realizada otra edición del Festival Internacional de Blues de Asunción.
victoria.martinez@abc.com.py