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Esta obra de la historiadora argentina Liliana M. Brezzo narra la vida y la obra de uno de los más grandes exploradores españoles que vinieron a la provincia colonial del Paraguay.
Aguirre dejó un inmenso legado de datos e informaciones sobre el Paraguay colonial, que vio la luz varios años después de su muerte, ocurrida en España en 1811. Llegó a Asunción en 1784. Después de realizar una enorme labor de recopilación de información, en enero de 1793 pidió volver a España. Solo pudo regresar a la península ibérica en febrero de 1796.
Los tres años que mediaron entre la solicitud de relevo y su alejamiento del Paraguay Aguirre los aprovechó para efectuar un conjunto de salidas a los pueblos del interior del país que dio como resultado minuciosas descripciones de cada uno de ellos, el establecimiento de distancias y el levantamiento de croquis que, aún en el presente, no han sido estudiados en profundidad y cotejados con otros testimonios de la época.
Consta, por ejemplo, que en diciembre de 1793 recorrió Campo Limpio, Itá, Itacurubí, Yhaguy, Barrero Grande, Piribebuy, Carapeguá e Ypoá, y regresó a Asunción el 2 de enero del año siguiente. Sobre Itá, cuyos habitantes, calculó Aguirre, ascendían a 1.249, dejó consignados los trabajos allí realizados: “La gente del pueblo se va multiplicando, se ha abierto una calle nueva y se piensan abrir otras. Levanté plano del pueblo con arreglo a mi vara castellana. Solo trabajé por la mañana y tardé un corto rato, por ser terribles los soles, por no haber necesidad de más ahínco y le acabé víspera de Pascua”.
Junto a estas referencias aparecen los nombres de las principales estancias de los puntos del viaje y de sus propietarios, como la de doña Lorenza Delgadillo, la de José Antonio Zavala, en Itacurubí; la de Salvador Cabañas, la de José Casal, en Campo Limpio; las tierras de Luis Baldovinos o la casa de los naranjos, de “un hombre llamado Toribio González”.
En el mes de mayo volvió a salir para recorrer otros puntos de la Provincia: Luque, Capiatá, Pirayú y Yaguarón. Sobre este último poblado dejó una extensa descripción y datos de interés como los que siguen: “Nada más llegar se me antojó medir la longitud del pueblo con referencia a la vara castellana, que lleva siempre mi bastón demarcatorio (tiene ese nombre porque carga la aguja). Luego levanté el plano del pueblo”.
Al año siguiente visitó los pueblos de costa abajo recorriendo, como puntos principales, Manduvirá, Remolinos, Guarambaré, Atyrá y Estero Bellaco.