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Esta es una de las más logradas semblanzas de las hechas hasta el presente del presidente de la República que condujo civilmente al Paraguay durante la guerra del Chaco hasta la victoria final.
Presidente del país
El 15 de agosto de 1932, el doctor Eusebio Ayala asumió la Presidencia de la República inaugurando el decimoséptimo período constitucional. La guerra del Chaco ya entonces estaba en marcha.
Sobre la contienda bélica, en su aspecto militar se ha escrito bastante; en el Paraguay y Bolivia. Existen, igualmente, trabajos de expertos militares de otras naciones que se han ocupado sobre el conflicto bélico.
Una de las decisiones más importantes de Ayala, entonces, fue darle al comandante José Félix Estigarribia la máxima responsabilidad conductora de las fuerzas en operaciones.
Las hostilidades después de la agresión boliviana al Fortín Pitiantuta, el 15 de junio de 1932, desataron la guerra, que duraría tres años. En ese momento, las comunicaciones entre el comandante de la 1ª División de Infantería en el Chaco, Estigarribia, y el Estado Mayor en Asunción eran bastante confusas desde el momento en que no existía una coincidencia de criterio en la estrategia a seguir.
De acuerdo con el libro de Peña Villamil, esa situación cambió al asumir Ayala la Presidencia, que tomó la iniciativa y buscó coincidencia con el comandante Estigarribia, a quien conocía de muchos años. A este respecto comenta Estigarribia en sus Memorias: "...el recibo el 1 de setiembre de uno de los más curiosos documentos". El mayor Manuel Garay era el portador del documento, que aunque sin firma, procedía del Presidente de la República, como autenticó el portador. Su contenido era bien explícito en cuanto al objetivo bélico: tomar Boquerón. Las consideraciones siguientes tenían el propósito de evitar colocar al Paraguay en la iniciativa de la acción militar, por razones diplomáticas, desde el momento que las negociaciones entre ambos beligerantes continuaban en Washington.
Estigarribia hizo sus observaciones, no en cuanto al objetivo, sino a la táctica a aplicar en una operación militar de importancia donde no serían escaramuzas de patrullas, sino una batalla decisiva. Alguna reacción debió provocar en el Presidente la actitud crítica del Comandante en Jefe del ejército en campaña. Fueron los comienzos, en lo que respecta a Estigarribia, de imponer sus ideas tácticas sin tener en cuenta la situación internacional y sus consecuencias.
Ayala no era militar, ni tenía formación de ese tipo, pero conocía las reacciones de los militares, sujetos a reglamentos, estrategias y tácticas, como el acatamiento debido a los mandos superiores. Era el momento de ir ajustando la conducción militar, evitando conflictos innecesarios. Fue fundamental establecer un relacionamiento coordinado entre la jerarquía militar y el gobierno civil, razón por la cual en adelante Ayala se haría presente donde estaba el Comando en Jefe.
Presidente del país
El 15 de agosto de 1932, el doctor Eusebio Ayala asumió la Presidencia de la República inaugurando el decimoséptimo período constitucional. La guerra del Chaco ya entonces estaba en marcha.
Sobre la contienda bélica, en su aspecto militar se ha escrito bastante; en el Paraguay y Bolivia. Existen, igualmente, trabajos de expertos militares de otras naciones que se han ocupado sobre el conflicto bélico.
Una de las decisiones más importantes de Ayala, entonces, fue darle al comandante José Félix Estigarribia la máxima responsabilidad conductora de las fuerzas en operaciones.
Las hostilidades después de la agresión boliviana al Fortín Pitiantuta, el 15 de junio de 1932, desataron la guerra, que duraría tres años. En ese momento, las comunicaciones entre el comandante de la 1ª División de Infantería en el Chaco, Estigarribia, y el Estado Mayor en Asunción eran bastante confusas desde el momento en que no existía una coincidencia de criterio en la estrategia a seguir.
De acuerdo con el libro de Peña Villamil, esa situación cambió al asumir Ayala la Presidencia, que tomó la iniciativa y buscó coincidencia con el comandante Estigarribia, a quien conocía de muchos años. A este respecto comenta Estigarribia en sus Memorias: "...el recibo el 1 de setiembre de uno de los más curiosos documentos". El mayor Manuel Garay era el portador del documento, que aunque sin firma, procedía del Presidente de la República, como autenticó el portador. Su contenido era bien explícito en cuanto al objetivo bélico: tomar Boquerón. Las consideraciones siguientes tenían el propósito de evitar colocar al Paraguay en la iniciativa de la acción militar, por razones diplomáticas, desde el momento que las negociaciones entre ambos beligerantes continuaban en Washington.
Estigarribia hizo sus observaciones, no en cuanto al objetivo, sino a la táctica a aplicar en una operación militar de importancia donde no serían escaramuzas de patrullas, sino una batalla decisiva. Alguna reacción debió provocar en el Presidente la actitud crítica del Comandante en Jefe del ejército en campaña. Fueron los comienzos, en lo que respecta a Estigarribia, de imponer sus ideas tácticas sin tener en cuenta la situación internacional y sus consecuencias.
Ayala no era militar, ni tenía formación de ese tipo, pero conocía las reacciones de los militares, sujetos a reglamentos, estrategias y tácticas, como el acatamiento debido a los mandos superiores. Era el momento de ir ajustando la conducción militar, evitando conflictos innecesarios. Fue fundamental establecer un relacionamiento coordinado entre la jerarquía militar y el gobierno civil, razón por la cual en adelante Ayala se haría presente donde estaba el Comando en Jefe.