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–Había mucha oposición al gobierno liberal.
–Todo ese “ambiente” se tradujo en intentos de golpes de Estado, intentos de formación de lo que hoy llamamos “zonas liberadas” –Encarnación, Villarrica–, protestas estudiantiles, huelgas obreras, etc.
–¿Qué posición ocupaba la situación en el Chaco dentro de las preocupaciones de la sociedad paraguaya?
–La situación chaqueña ocupaba un primerísimo lugar en la preocupación ciudadana. La presencia boliviana se acentuó en los años de violencia política, las tan mentadas “revoluciones” que sacudieron al país en las primeras décadas del siglo 20. Bolivia fundó fortines militares a lo largo de la zona de influencia del río Pilcomayo, y, ya hacia los últimos años de la preguerra, extendió su ocupación a otras zonas de la Región Occidental –centro y norte–.
–Y la gente pensaba que no había reacción ante esto.
–La llegada, en la primera mitad de aquel año, de los buques cañoneros puso en cierta manera paños tibios a la preocupación ciudadana, pero no en relación a la aparente apatía gubernamental de poner freno al avance boliviano.
–José Patricio Guggiari fue el primer presidente de la República electo en unas elecciones competitivas. ¿Tenía más legitimidad que sus antecesores o no?
–En cierta forma sí, aunque los gobiernos anteriores también tenían legitimidad porque eran resultados del juego político del que, lastimosamente, cierto sector se auto excluía. Justamente, con el propósito de propiciar la participación opositora, el Gobierno había propiciado la sanción y promulgación de leyes electorales apropiadas y oportunas, frutos de un pacto político entre los partidos Liberal y Colorado.
–Pero no todos los colorados aceptaron la participación en las elecciones de 1928.
–El tema ocasionó serios conflictos entre los colorados. Algunos aceptaron la invitación del gobierno liberal, otros la rechazaron. El sector participacionista se acercó al Gobierno, que accedió a sus condiciones, entre las que estaba una nueva ley electoral. Por este pacto, los colorados concurrieron a las elecciones parlamentarias de 1927 y a las presidenciales de 1928, las primeras efectuadas en el Paraguay con más de un candidato y con dos signos políticos.
–¿Qué cambió con la nueva ley electoral?
–Estableció la proporcionalidad de la representación y cerró las listas de candidatos, permitiendo el acceso de los colorados desde ese año al Parlamento. Ese blindaje de las listas de candidatos duró más de ochenta años y recién ahora se puede hablar nuevamente de listas abiertas, como las que había antes de aquel pacto. En otras palabras, aquellas medidas de contingencias, marcaron la política paraguaya hasta hoy.
–¿1931 puede ser considerado un año turbulento políticamente?
–Sí. Un año muy difícil para el Gobierno. Ante la inminencia de una guerra internacional, se iba agravando la situación interna, con brotes de anarquía. No fue nada fácil para la clase política gobernante una situación de conflicto en dos frentes, externo e interno.