“Anne Frank” sale a bailar en favor de la memoria

Opresión, desesperación, tensión, miedo. Por todos esos estados atraviesa la emotiva obra “Anne Frank”, llevada a escena con gran altura por el Ballet Clásico y Moderno Municipal (BCMM).

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La creación es del argentino Mauricio Wainrot, quien utiliza la historia de la niña para recordar que la intolerancia y el abuso del poder causan estragos.

“Anne Frank” es una obra intensa. Los bailarines usan cada parte del cuerpo para contar una historia propia. Así sabemos lo que están sintiendo y por lo que están pasando. La danza tiene esa magia donde una persona, sin la necesidad de hablar, puede movilizarte, y eso lograron los integrantes del BCMM, quienes se mostraron inmersos en sus personajes cuyas intenciones eran creíbles.

Una energía potente fluía entre todo el elenco, estando todos en una misma sintonía. En la segunda función del domingo pasado, a la que asistimos, el rol de Anne Frank lo cumplió una exquisita Alejandra Acosta. En tanto los padres de Anne y los señores Van Daan fueron personajes ejecutados con suma emotividad y precisión. Se destacó una dura y punzante Sonia Soto como principal de la Gestapo.

La coreografía de Wainrot utiliza recursos de la danza clásica como de la contemporánea, algo que genera significativos quiebres entre los diferentes climas de la obra. Para las bocanadas de esperanza nada mejor que movimientos delicados y para los momentos de angustia e incertidumbre, bien sirvieron pasos donde los cuerpos parecían fragmentarse, como sus esperanzas que poco a poco se iban desvaneciendo.

La elección de “Música para cuerda, percusión y celesta”, obra de Béla Bartók, entremezclada con la canción alemana “Lili Marlene” y sonidos de truenos o pisadas, dotan a la obra de una atmósfera casi asfixiante.

A todo esto acompañó un diseño de luces singular, con tonos fríos en su mayoría, que daban la sensación de congoja. Además, el vestuario fue preciso y estuvo cuidadosamente desarrollado teniendo en cuenta la época. El punto prominente que hizo de esta una puesta pensada en todo sentido fue la escenografía que nos remontaba, sin requerir cambios, a distintos escenarios.

Pero más allá de la historia de Anne Frank y el genocidio nazi, la obra interpela a hablar de lo que llevó a acontecimientos similares: la intolerancia ya sea de razas, credos o ideologías. En nuestro caso, la represión, la persecución, y otros tantos crímenes de lesa humanidad durante la dictadura stronista dejaron también una cicatriz en la conciencia colectiva de nuestra nación. “Anne Frank” es entonces un oportuno recordatorio del terror que puede llegar a las vidas de familias comunes y corrientes en un régimen autoritario, como el que vivieron los Frank y los Van Daan durante su exilio. Mediante el arte, una invitación a nunca olvidar.

La obra tendrá sus últimas funciones hoy a las 16:30 y 19:00, y mañana a las 16:00 y 19:00 en el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane” (Pdte. Franco y Chile). Las entradas están a la venta en la Red UTS desde G. 30.000.

victoria.martinez@abc.com.py

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