Cargando...
“Anne Frank” fue estrenada en Argentina en mayo de 1984, a poco tiempo de que la última dictadura cívico-militar haya caído en dicho país. Pero Wainrot no solo vivió esa realidad, pues remontándonos más atrás en su historia, él viene de una familia judía cuyos padres salieron de Polonia dos meses antes de que fuese invadida por Alemania, en las puertas de la Segunda Guerra Mundial.
Estos hechos generaron en Mauricio los deseos de contar algo, debido a que comparten como protagonista a la figura del fascismo, algo que él denuncia y afirma que “puede pasar en cualquier sociedad”. “Anne Frank” es una obra que no la he tocado. En 35 años sigue manteniendo exactamente la misma coreografía porque lamentablemente el tema, que es el fascismo, va más allá del tema judío o no judío”, afirmó el coreógrafo a ABC Color.
Aunque sus padres hayan escapado de Polonia, más de 30 familiares suyos murieron. “La historia me venía por los dos lados. Mi mamá y mi papá vinieron a la Argentina y tampoco pudieron entrar porque había un gobierno fascista y no permitían la entrada de judíos”, contó. “Mis padres salieron con visas a Bolivia y gracias a eso yo estoy acá, vivo. De Bolivia pasaron de manera ilegal a la Argentina y llegaron con lo puesto, así que vengo de una familia tremendamente humilde pero culta”, detalló el artista.
Al estrenarse la obra en Argentina “el impacto fue tremendo”, recordó, haciendo énfasis en que recién tenían “un año de democracia” cuando eso. “Las heridas estaban ahí totalmente abiertas y la gente se sintió muy identificada; se sigue sintiendo”, dijo el coreógrafo acerca de esta puesta que creó a sus 30 años y que ha sido representada por cincuenta y un compañías diferentes en veintiséis países del mundo.
Un desafío coreográfico
Para esta obra, Mauricio afirmó que “no quería que se note que bailaban” (los bailarines). Esto responde a que él quería “que usaran ropa de calle, como si la gente venía de la calle y la historia seguía arriba del escenario”.
Indicó asimismo que la puesta “tiene mucho gesto, mucha teatralidad”. Este desafío les encanta a los bailarines, apuntó, “y lo mismo pasa en Paraguay”. Su asistente, el bailarín Diego Poblete, realizó el montaje inicial de la producción, porque Wainrot se había operado recientemente. Poblete le contó que los bailarines paraguayos están muy “emocionados y compenetrados”.
Para esta obra, continuó Wainrot, los bailarines deben “sacarse especialmente lo clásico”, donde hay “muchas cosas artificiales, cosas de manos, donde se piensa en la belleza; pero acá la belleza pasa por lo dramático” y así “la gente se queda conmovida”, aseguró el coreógrafo que creó los movimientos sobre música de Bela Bartok y canciones populares de los años 30.
Bailar la actualidad
Wainrot, quien ha sido director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín de 1982 a 1994 y luego de 1999 a 2016, puso en resalto lo esencial que es que un ballet “haga obras de diferentes estilos, ritmos y lenguajes”. Añadió que “es fundamental que las compañías tengan obras actuales”. “No podemos vivir con obras de museo. A mí me puede gustar “Giselle”, “El lago de los cisnes”, pero nosotros tenemos que dejar un testimonio de nuestra época. Somos artistas vivos de ahora”.
Insistió además en la importancia de que un bailarín clásico pase “por todas las facetas posibles” y que trabaje “con diferentes coreógrafos” y “no perpertuarse en una compañía”. Por eso, remarcó, “deben viajar y conocer otras culturas y sociedades. Todos se tienen que arrie{sgar”, sentenció.
Mauricio agradeció a Miguel Bonnín la invitación para poder presentar esta obra, que ya querían traerla desde 2012. “Me parece bárbaro porque sé que también invita a otros coreógrafos contemporáneos, y me parece también que es cuestión de interesar a los bailarines y al público”.
“Animo a la gente a ver esta obra”, invitó, pues.
“Anne Frank” es “absoluta y lamentablemente para cualquier tiempo. El fascismo no se termina y el fascismo no solamente está limitado a lo que pasó”, reflexionó.
Además de “Anne Frank” se presentarán dos piezas más por función, entre ellas “Paquita”, “Mulher”, de Julio Morel; “Una noche en París”, de Julio Miranda, y “Trazos”, de Jaime Pinto.