Albino Quiñónez, un arpista “Olímpico”

Don Albino Quiñónez, 90 años es el último sobreviviente de aquel histórico Trío Olímpico que integraba junto a Eladio Martínez y Emigdio Ayala Báez, y que fue la primera agrupación paraguaya que fue a Europa. Vive desde hace 34 años en Salto del Guairá, y a pesar de su avanzada edad y algunas dolencias, recuerda con gran lucidez su ajetreada vida de artista y embajador del arpa paraguaya.

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SALTO DEL GUAIRÁ (Rosendo Duarte, corresponsal). La mayor hazaña de su vida, sin lugar a dudas fueron los Juegos Olímpicos de Londres 1948, conocidos oficialmente como Juegos de la XIV Olimpiada, celebradas en la capital del Reino Unido, entre el 29 de julio y el 14 de agosto de 1948.

Recuerda con gran lucidez que el Trío Olímpico fue creado a los apurones, de la mano de Eladio Martínez. Este recibió tres pasajes de un “Sir Inglés”, cuyo nombre no recuerda pero que actuó más de diez años como embajador en Paraguay (Eugen Millington-Drake) y quien, tras enterarse que nuestro país no tenía presencia en las olimpiadas de su país, con ningún atleta, propició la idea de los artistas.

Cuenta que Martínez se encontró casualmente en esos días con Emigdio Ayala Báez en un tranvía, y allí le comentó del viaje y le invitó a que lo acompañara. Luego, en un encuentro en una emisora de la capital, “ZP 16”, lo eligió a él como tercer integrante, y surge el fabuloso Trío Olímpico.

Uno de los problemas que tuvieron es que don Albino tenía solo 21 años, y en aquel entonces se adquiría la mayoría de edad recién a los 22. Pero el propio Eladio se encargó de hacer todo el papeleo, mediante sus contactos.

Viajaron en un barco de la Flota Mercante del Estado que hacía su último viaje, en un periplo que duró más de veinte días. Actuaron en varios países de Europa. Pero las jornadas inolvidables de nuestro embajador son las actuaciones en la BBC de Londres, tres audiciones en total.

“Fuimos los primeros artistas del mundo que estuvimos en la radio”, asegura. Se lucieron igualmente ante varios miembros de la realeza “y nos dieron un trato de lujo durante toda nuestra presencia en Gran Bretaña, más de un mes. Además ganamos mucha plata”, recuerda, entre risas.

Don Albino, quien reside en Salto del Guairá desde 1983, junto a su señora doña Petrona Bobadilla de Quiñónez, nació el 5 de febrero de 1927 en la localidad de Itapé, departamento de Guairá.

Tiene cinco hijos, 14 nietos y 7 bisnietos. De su primera unión tiene tres hijos, igualmente varios nietos y bisnietos.

Cuenta que su familia salió de su ciudad natal cuando apenas tenía un año y medio y se mudaron cerca de Mbocayaty, primero, y luego se establecieron en una compañía conocida como Kapi’i Tindy, jurisdicción de Independencia, donde creció y aprendió los primeros acordes del arpa paraguaya.

Recuerda que su padre estuvo en la Guerra del Chaco y en las primeras confrontaciones ya fue herido. Volvió y se recuperó, tras una serie de cirugías, pero tenía absoluta restricción de volver a hacer esfuerzo porque tenía una bala alojada en su vértebra.

Entonces vendió la única vaca que tenía y se compró un arpa. Enseguida ya aprendió a ejecutar “mal mal”, según recuerda nuestro entrevistado y empezó a actuar en bailes. Con una vieja guitarra, el joven Albino ya le acompañaba a su padre, aunque su repertorio se limitaba a dos o tres temas, y luego ya se dormía.

Pasado un tiempo, su padre ya se sentía mejor y en condiciones de volver a trabajar en la chacra. “Voy a vender mi arpa porque si no la vendo no me van a dejar la gente”, dijo su padre, y entonces Albino se puso a llorar. En esa circunstancia fue que su padre le dijo que le dejaría el arpa si es que realmente se iba a dedicar a ella. “Ni en la chacra ya me acompañará en adelante”, le planteó y le dejó su instrumento.

Cuenta, entre risas, que todas las mañanas se disponía a ejecutar el arpa, pero solo hasta que su padre rumbeara a la chacra y lo perdiera de vista, para evitar que por ahí se le antoje invitarle a que lo acompañe. “Cuando se alejaba, echaba a un lado mi instrumento y tomaba mi hondita e iba a cazar pajaritos”, detalla.

Pero así nacía el que unos años más tarde se convertiría en el gran embajador del arpa paraguaya. Salió de su casa por primera vez, en 1946 rumbo a Asunción, a bordo de un “camión Serran”, y en el quiosco donde descendió, en la zona del club Guaraní, se encontró con otros artistas que lo llevarían casi de inmediato fuera del país, más específicamente a Formosa, Argentina.

Más adelante se incorporó al elenco de José L. Melgarejo y luego, antes del viaje al viejo continente, hizo parte del conjunto de Diosnel Chase, entre otros más. 

“Mucho ya sufrí, pero también mucho disfruté en esta vida. Pude recorrer el mundo con la música”, señala don Albino. 

Actualmente tiene una dolencia que le aqueja los pies desde hace un buen tiempo y le tiene semipostrado, aunque él minimiza esta situación. Fue también la razón por la que no pudo participar en el centenario de su excompañero Emigdio Ayala Báez, el pasado 5 de agosto.

Tiene registradas 31 obras en Autores Paraguayos Asociados (APA), pero son varias las obras que quedaron a medio camino. Algunas de las canciones que recuerda son: “Mitã Ñembosarái”, “Petronida”, “Trompo’i jeroky”, “Campanita de mi aldea”, “Tuka’ê kañy”, “Ndarekovéima consuelo”, “Arriero tie’ÿ”.

Tiene varias otras composiciones para arpa y musicalizó otras tantas obras de poetas paraguayos. También participó con Eladio Martínez y Emigdio Ayala Báez en la película “El trueno entre las hojas”.

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