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Arlequín Teatro se encargó de ofrecer un emotivo homenaje a dos personas del arte. Tanto Carlos Aguilera como Jorge Garbett han aportado al arte en Paraguay, el primero como director y formador de actores, y el segundo como compositor de músicas para obras.
Aguilera, quien falleciera en 2009, “dirigió para Arlequín 38 obras, y así a 154 actores paraguayos”, contó José Luis Ardissone, en la ocasión en que se vieron fragmentos de “La casa de Bernarda Alba”, “Troyanas”, “Hamlet”, “Bodas de sangre”, y otras. “Carlos significó muchísimo en la historia de Arlequín, creo que somos quienes somos hoy, después de 33 años, gracias al trabajo, talento y compañía de Aguilera durante 25 años”, expresó Ardissone.
“Nos enseñó con mucha fuerza a penetrar en el fondo de cada uno de los personajes. Dirigía con una fuerza extraordinaria, con un método importante, era un director maravilloso”, dijo María Elena Sachero, mientras que Margarita Irún lo recordó como alguien que vivía su vida a través del escenario y de la amistad que forjaba con sus colegas.
El también director Arturo Fleitas trajo consigo testimonios de figuras del teatro uruguayo, como Estela Maidana, Juan Graña, Héctor Guido y Myriam Gleijer, quienes resaltaron su personalidad y su exigencia a la hora de dirigir. “Trabajó intensamente, estudió, era una enciclopedia, sabía de cine, literatura, pintura, se alimentaba permanentemente de todo lo que tuviera algo de belleza, entonces vino a Paraguay e hizo una contribución enorme”, destacó.
“Tenía una sensibilidad impresionante y era un valiente que con su grupo se enfrentó a la policía”, reflexionó Jesús Pérez sobre el Jorge Garbett, quien puso música a una cantidad de obras realizadas por Arlequín, como “Palma, del Petit Boulevard al Lido Bar”, “Paraíso de Mahoma, las mujeres en la conquistas”, y muchas otras.
Lourdes García dijo que la música que Garbett creaba era “la más maravillosa, exacta, descriptiva y más transportadora que nos podíamos imaginar”. Jorge Ramos manifestó que tenía las melodías exactas, con las que “daba un toque mágico a todas las obras”.