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“El instrumento oficial del cielo desde hoy es el Charango. Descanse en paz nuestra joya latinoamericana, Maestro Jaime Torres”, publicó en Twitter la guitarrista Berta Rojas, para despedir al músico con quien compartió en 1995 uno de los “Encuentros del alma”, organizados por Óscar Cardozo Ocampo.
El concierto se había realizado en el Centro Paraguayo-Japonés, presentando una particular combinación de piano, guitarra clásica y charango, con obras de Agustín Barrios, composiciones de Cardozo Ocampo y música popular latinoamericana.
Torres también fue uno de los encargados de inaugurar el escenario del anfiteatro “José Asunción Flores” de San Bernardino, el 24 de septiembre de 1992. El músico, nacido en San Miguel de Tucumán, fue una de las principales figuras de la primera jornada del festival Lago Vista, que dio apertura a este emblemático espacio.
Un par de años antes, en 1990, se adjudicó el trofeo “Recuerdos de Ypacaraí” internacional, tras su participación en el 28º Festival del Lago Ypacaraí.
La relación del músico con el Paraguay también se remonta a su participación en el homenaje a José Asunción Flores, realizado en Buenos Aires en 1991, semanas antes de que los restos del creador de la guarania fueran repatriados.
Su última visita a Asunción fue en el año 2005, cuando se presentó en la sala Leopoldo Marechal de la Embajada Argentina, como parte del Festival de las Tres Fronteras.
Según destacó la agencia AFP, Torres fue el mayor charanguista de la música popular argentina desde mediados de siglo pasado. “Jaime Torres tocó con todos. Su legado es inagotable”, dijo la especialista Silvia Majul.
Hijo de bolivianos, había nacido en Tucumán el 21 de septiembre de 1938. Fue discípulo del charanguista del altiplano Mauro Núñez, que le enseñó a tocar ese instrumento de cinco cuerdas dobles, típicamente andino.
Torres le puso su sello musical a la célebre Misa Criolla compuesta en 1964 por Ariel Ramírez. Con su charango, grabó decenas de discos, hizo numerosas giras internacionales. Entre otros momentos, se destaca su participación en la apertura del Mundial de Alemania en 1974, así como la musicalización de la película argentina “La deuda interna” de 1988, que ganó el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín.
Autor de una prolífica producción de discos, llegó dos veces a actuar en el teatro Colón de Buenos Aires, en 1972 y luego en 1990, cuando eran aún muy escasas los espectáculos de música popular en esta sala.