Acto de divismo en una banda más del montón

Para consuelo de la gente que quedó fuera del concierto de Sonata Arctica, el miércoles en el Banco Central, les contamos que no se perdieron nada. Sonata Arctica no es más que un grupo más del montón de las tantas agrupaciones metaleras que existen en el mundo.

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La cosa es la siguiente: el show del grupo finlandés pasó del anfiteatro del BCP al Salón de Convenciones del mismo lugar. Según la productora Diorama, el grupo no quiso tocar allí por temor de lluvia (eso que el cielo estaba estrellado), lo que dejó fuera a más de 100 personas debido al reducido tamaño del teatro. Una absoluta falta de respeto para con el público. Según fuentes de Diorama, no hubo caso de negociación y devolverán las entradas. La productora debería cuidarse más. Ya no tuvieron un buen escenario en el concierto de Deftones, el año pasado se suspendió el festival de Maquinaria y este miércoles ocurrió lo mencionado. ¡Atención! Es su prestigio el que está en juego.

Pero realmente a los miembros de Sonata les queda grande el traje de divas. El concierto que ofrecieron deja mucho que desear. El público que llenó la sala de convenciones manifestaba su alegría, pero realmente es una banda más entre miles. Con su sonido pomposo y nada novedoso presentaron un espectáculo de pop metal, no de power metal, como se había anunciado, con el cantante animando al público como si dirigiera a una hinchada deportiva. Sonata Arctica tiene el vicio de tantos grupos actuales: repite las fórmulas que ya hemos visto a lo largo de la historia del rock. Y eso que la banda ya tiene sus buenos 15 años. A un público bisoño puede llegar a convencer. Pero cualquiera que bucea en la historia del heavy metal se da cuenta de que no es para tanto. El guitarrista Tony Kakko tocó algunos punteos inspirados en el barroco, pero carentes de alma. El tecladista Henrik Klingenberg, con su teclado portátil cargado, estaba más cerca de Pablito Lescano que la potencia y la profundidad que uno espera de un tecladista metalero. En algunos temas el grupo coqueteó con el rock sinfónico, y hasta algo de Pink Floyd tenía. Fueron los mejores, pero claro, nada novedoso.

En este cambio de escenario, Mythika también quedó fuera, porque el espectáculo se retrasó al trasladarse los equipos de un lugar al otro. Empezó a las 22:20 y se extendió por más de hora y media. Bueno, nos queda Stratovarius para mediados de año. Esperemos que Diorama se ponga las pilas y ese concierto sí salga bien.


sferreira@abc.com.py

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