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Antes de las proyecciones, Saguier recordó la experiencia de grabación, donde fue asistido por Antonio Pecci, con quien formó el colectivo Cine Arte Experimental. “Era una época muy difícil, no solamente desde el punto de vista político”, dijo, reconociendo que muchas veces se hicieron pasar por camarógrafos de un canal de TV.
También fue difícil porque su generación “estuvo en el límite de la desaparición de una tecnología y la aparición de una nueva”. Como no había laboratorio cinematográfico en Paraguay, la película se trabajó en Buenos Aires, donde se exhibió por primera vez. Esa vez llegaron sobre la hora ya que media hora antes de lo pactado aún seguían revelando la película. Una vez en la cabina, el rollo recién revelado tendía a trancarse por lo que el encargado aceitó el filme y “comenzó a pasar la película aceitada”, recordó el director.
“El pueblo” fue el resultado de las ganas que teníamos Antonio y yo de mostrar cómo vemos pasar la vida y no hacemos absolutamente nada”, subrayó refiriéndose a casi 50 años atrás.
Otro factor de dificultad fue “el silencio que sobrevino después”. “Fueron 25 ó 30 años de soledad total en lo que respecta al cine”, dijo el director quien alabó “el resurgimiento de la vena creativa de Paraguay”.
Recordó también que luego de “El pueblo”, Roa Bastos le preguntó si estaba preparado para hacer un largo. Ante su afirmación, el escritor le dio en una carpeta un capítulo que no incluyó en “Hijo de hombre”, con los fundamentos de su realización. En los 70 visitó a mucha gente buscando ayuda, pero fue inútil. “Roa había hecho un verdadero western”, destacó Saguier. Paz Encina le consultó si le gustaría filmar ahora, a lo que él respondió: “nunca más pude filmar nada, parece una maldición”. En cambio ella añadió que “las maldiciones se rompen”.