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La autora comentó que el proceso de escritura de esta obra fue “una experiencia sanadora”, ya que de alguna manera fue “una terapia, un bálsamo para el alma” luego de la “repentina e inesperada” partida de su hija Analía.
Fernández Casabianca contó que la gran mayoría de los cuentos nacieron en las clases del Taller Literario del Club Centenario. “Los temas y estilos sugeridos hacían llover ideas en mi mente y hasta yo me asombraba de lo que escribía”, señaló.
“Aferrarme a una cierta rutina que consistía en revisar los escritos y trabajarlos, me sirvió de ancla para no hundirme en la autocompasión, en momentos en que estaba sola, sin poder entender la tragedia que había sufrido”, añadió.
En ese espacio que fue “solamente suyo”, agregó que “el dolor dio lugar a la imaginación”. La escritura “sirvió para llenar en parte un vacío en mi vida y para canalizar mis emociones”, subrayó.
En la presentación del libro, el escritor Raúl Silva Alonso destacó que los cuentos de Sofía Raquel “se leen con facilidad, sin hermetismos ni palabras rebuscadas”. Añadió que luego de leerlos “nos dejan el mismo sabor que nos queda al tratar con personas de buen corazón”. Por su parte Irina Ráfols también escribe: “Raquel encuentra en el día a día el motivo suficiente para un acto heroico, un aprendizaje, una circunstancia que nos asombra y nos mueve a reflexionar”.