Las películas de Gilliam se caracterizan por la mezcla de humor, creatividad y un toque de locura. Para lograr ese tono tan peculiar, dijo, ha utilizado únicamente su imaginación. “La imaginación es una droga más barata que el ácido”, dijo el también director de “Miedo y asco en Las Vegas”.
Sus obras se caracterizan por el choque entre la realidad y la fantasía, siempre en sus términos de lo que es la realidad: “No quiero estar limitado por la idea de otras personas sobre lo que es realidad; quiero tener mi propia realidad”, dijo ante los mil asistentes a su conferencia magistral en la ciudad de Guanajuato, centro de México.
Gilliam explicó las vicisitudes que enfrentó para poder filmar su más reciente obra “El hombre que mató a Don Quijote”, una película que tardó unos 25 años en concretarse y que se logró estrenar en 2018, justo para cerrar el Festival de Cannes.
“El Quijote me intrigaba: es un hombre loco que confundía lo que es la realidad”, explicó, y dijo que al final se dio cuenta de que la mayoría de los personajes principales de casi todas las películas que ha dirigido son precisamente el Quijote.
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“Cuando proyectamos ‘El rey pescador’ en Italia alguien dijo ‘El rey es el Quijote’”, contó. Pero esto no obedece a una obsesión de su parte, dijo. Más bien “Don Quijote estaba obsesionado conmigo”, manifestó.
Su charla concluyó con una invitación, cargada de su particular sentido del humor: “Me encantaría hacer mi próximo proyecto en México; si alguno de ustedes tiene una buena idea y el dinero para hacerlo, hágame una llamada”.
