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Las reglas del cine actualmente son muy sencillas. Cuando llega una película que sea de su interés, y no sea para niños o adolescentes, vaya a verla pronto porque tal vez solo dure una semana en cartelera, no espere a verla el fin de semana siguiente. Los exhibidores son implacables con las producciones que hacen menos de mil espectadores en una semana. Ven al cine, más que nada, como un negocio.
Por eso, es muy probable que “Dolor y gloria”, la nueva película de Pedro Almódovar, no dure tanto en cartelera. Según Ultracine menos de 500 personas la han visto desde que se estrenó el jueves pasado. “Annabelle 3”, que se estrenó ese mismo día, ya la vieron 22.000 personas. Es cierto también que la primera se exhibe en siete salas y la otra en 37. Pero 500 personas en siete salas, es muy poco.
“El cuento de las comadrejas”, la nueva película de Juan José Campanella estuvo en cartelera del 13 al 18 de junio. Ni siquiera figuraba entre las diez primeras películas en la lista de Ultracine.
Una de las principales razones por las cuales ha mermado el público en las salas es la gran facilidad que existe para ver películas en internet. Películas de todo tipo, desde clásicos en Youtube hasta últimos lanzamientos en sitios piratas. Y también hay producciones de excelente calidad realizadas especialmente para verlas en línea, como las realizaciones de Netflix. Esto ya significó la extinción de los videoclubes, que tuvieron que terminar rematando su stock de DVDs a precios muy bajos.
Esta es una realidad, estemos o no favor. Hoy en día es fácil ver buen cine en internet, pero no en las salas comerciales. Aún nos quedan los ciclos de los centros culturales cuyas propuestas son buenas o algunos ciclos como Cinemarte, en el Villamorra, o los martes de clásicos del Cinemark.