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En un análisis del panorama climático y su impacto en épocas críticas para el cultivo de soja de la campaña 2024/25, el Instituto de Biotecnología Agrícola (Inbio) explicó que el persistente déficit de lluvias, las altas temperaturas y los vientos rotando del sur afectaron la producción, principalmente en las regiones del norte del país como San Pedro, Caaguazú, Canindeyú y Concepción.
“En enero se observó un déficit hídrico en amplias áreas de la Región Oriental, comprometiendo la fase sensible de llenado de granos, especialmente aquellas sojas sembradas a mediados de setiembre, impactando fuertemente en el rendimiento de la oleaginosa y de los diferentes cultivos”, enfatizó.
En el Chaco, el escenario evolucionó de forma distinta, de acuerdo con el reporte. En el desarrollo de la actual campaña, se presentaron precipitaciones dentro de los rangos normales para el periodo, lo que resultó favorable para la siembra de los cultivos de verano.
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En general, el monitoreo de humedad del suelo del Inbio destacó que 8.882.145 hectáreas de área cultivable presentaron déficit hídrico, que representa el 84% del total de las unidades de suelo aptas para cultivos.
“Los productores que sembraron a partir de mediados de septiembre hasta principios de octubre fueron los más afectados por este periodo de déficit hídrico, ya que el cargado de granos coincidió con la mayor necesidad agua por el cultivo. Queda por observar cómo serán los rendimientos de los cultivos de siembra más tardía, pues dependen en gran medida de las próximas lluvias”, añadió.
Proyecciones climáticas
Para febrero, las actualizaciones de los modelos climáticos indican una alta probabilidad de déficit de precipitaciones en gran parte del territorio nacional. De acuerdo con el Inbio, esta situación impactaría directamente en la fase crítica de llenado de granos de los cultivos de soja de siembra más tardía, lo que podría resultar también en una disminución importante de los rendimientos proyectados.
Además, las condiciones de humedad de suelo en los perfiles podrían representar un riesgo para la siembra de zafriña (ciclo secundario) en la Región Oriental, especialmente en áreas con suelos de textura predominantemente arenosa.