Estos son los desafíos para el Paraguay según tendencia de transición demográfica

La Tasa Global de Fecundidad (TGF) es un indicador demográfico que representa el número promedio de hijos que una mujer tendría al finalizar su período reproductivo. La Tasa Bruta de Natalidad (TBN) se calcula dividiendo el número de nacimientos ocurridos en un período determinado entre la población media del mismo periodo, expresándose en tantos por mil, es decir, el número de nacimientos por cada mil habitantes. Por su parte, la Tasa Bruta de Mortalidad (TBM) mide la cantidad de defunciones por cada mil habitantes en un año específico. Su cálculo se realiza dividiendo el número total de fallecimientos de un año determinado entre la población media del mismo periodo.

La Tasa Global de Fecundidad y la Tasa Bruta de Natalidad seguirán exhibiendo una tendencia descendente. De 44,62 nacimientos por mil habitantes en 1950, descendería a 17,65 en 2050.
La Tasa Global de Fecundidad y la Tasa Bruta de Natalidad seguirán exhibiendo una tendencia descendente. De 44,62 nacimientos por mil habitantes en 1950, descendería a 17,65 en 2050.gentileza

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El análisis basado en estimaciones y proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que, entre 1950 y 2050, la Tasa Global de Fecundidad y la Tasa Bruta de Natalidad tuvieron y seguirán exhibiendo una tendencia descendente. En contraste, la Tasa Bruta de Mortalidad presenta un comportamiento más dinámico, con una reducción sostenida durante la segunda mitad del siglo XX, seguida de un incremento proyectado hacia 2050.

Es de recordar que la TGF ha experimentado una reducción considerable, pasando de 6,55 hijos por mujer en 1950 a 2,19 en 2020. Mientras que las proyecciones indican que continuará su descenso hasta 1,72 en 2050 como consecuencia de factores, como la urbanización, el acceso a la educación, la inserción de la mujer en el mercado laboral y la disponibilidad de métodos anticonceptivos. Una tasa inferior a 2,1 hijos por mujer implica que la población no se estaría renovando generacionalmente, lo que podría generar desafíos económicos en el futuro, como el envejecimiento poblacional y la necesidad de adaptar los sistemas de pensiones y salud.

Por su parte, la TBN ha seguido una trayectoria similar, disminuyendo de 44,62 nacimientos por cada 1.000 habitantes en 1950 a 17,65 en 2020. Se prevé que en 2050 alcance los 11,17 nacimientos por cada 1.000 habitantes. Esto sugiere que, en términos absolutos, la cantidad de nacimientos disminuirá significativamente, lo que podría desacelerar el crecimiento poblacional y modificar la estructura etaria. En consecuencia, se incrementará la proporción de población mayor, lo que podría afectar la productividad y el crecimiento económico si no se implementan políticas adecuadas en el corto plazo.

La TBM, en contraste, ha mostrado un comportamiento diferente. En 1950 se situaba en 9,65 defunciones por cada 1.000 habitantes y descendió hasta 5,66 en el año 2000, reflejando mejoras en la salud pública, avances médicos y una mayor esperanza de vida. Sin embargo, a partir de 2025 se proyecta un aumento gradual, alcanzando 8,59 defunciones en el año 2050. El repunte puede atribuirse, entre otros factores, al incremento en la proporción de personas mayores dentro del total demográfico.

Evolución de la fecundidad, natalidad y mortalidad
Evolución de la fecundidad, natalidad y mortalidad

Reconfiguración demográfica

La interrelación entre las tres tasas señaladas permite identificar un proceso de transición demográfica avanzado, caracterizado por una baja natalidad y un aumento en la mortalidad, con implicaciones directas en la estructura poblacional y los desafíos que enfrentará el sistema económico y social. La reducción de la fecundidad y la natalidad implica un eventual déficit en la fuerza laboral, que deberá ser compensada mediante estrategias de migración o políticas de incentivo a la natalidad.

En tanto que el repunte de la TBM en las próximas décadas implicará una mayor demanda de servicios de salud y cuidados a largo plazo. Este fenómeno remarca la necesidad de fortalecer los sistemas de previsión social y promover políticas de bienestar para la población envejecida.

Finalmente, y a modo de remarcar, los datos muestran una transformación estructural en la dinámica demográfica, con una disminución sostenida en la fecundidad y la natalidad, y un repunte en la mortalidad a partir de mediados del siglo XXI. Este proceso conlleva desafíos significativos en términos de sostenibilidad económica y social, requiriendo ajustes en políticas públicas para gestionar el impacto del envejecimiento poblacional y garantizar el equilibrio intergeneracional en el futuro.

* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones

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