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El crecimiento económico representa el aumento continuo en la generación de bienes y servicios dentro de una región específica a lo largo de un periodo determinado. Se mide, principalmente, mediante el Producto Interno Bruto (PIB). Este indicador refleja el valor total de la producción económica de un país durante un tiempo definido, generalmente un trimestre o un año.
Un incremento constante en la producción de bienes y servicios indica la presencia de crecimiento económico. El concepto está estrechamente relacionado con el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida, al evidenciar la capacidad de una economía para generar recursos y atender las necesidades de su población.
El PIB, como indicador clave, permite valorar objetivamente el desempeño de la economía de un país, constituyéndose en una herramienta esencial para analizar su progreso y establecer estrategias que promuevan el desarrollo, además para orientar la toma de decisiones, medir el impacto en el bienestar social y la sostenibilidad económica.
América Latina y el Caribe (ALC) experimenta un proceso de desaceleración del crecimiento económico entre 2019 y 2025. La región registró un crecimiento de 0,9% en 2019, seguido por una contracción de 6,7% en 2020, influenciada por la pandemia. En 2021, ALC mostró una recuperación del 7,2%, pero desde 2022 ha mantenido una desaceleración sostenida, proyectándose en 2,2% para el año 2025.
Los datos analizados muestran que Brasil presentó un crecimiento inicial de 1,4% en 2019, con una contracción de 4,1% en 2020. A pesar de una recuperación de 4,8% en 2021, el país mostró una desaceleración gradual, proyectando una expansión de 2,0% para 2025.
En México, la economía decreció 0,2% en 2019 y sufrió una contracción significativa de 8,3% en 2020. Posteriormente, alcanzó 6,0% en 2021, pero las proyecciones para el próximo año dan cuenta de un crecimiento más moderado de 1,4%.
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Chile, al igual que otros países, experimentó una contracción de 5,8% en el año 2020 tras una evolución de 0,9% en 2019. En 2021, el país registró un fuerte rebote de 11,3%, pero su crecimiento ha sido limitado desde entonces, proyectándose en 2,3% para 2025.
Por su parte, Uruguay mostró una modesta expansión de 0,4% en 2019, seguido de una contracción de 5,9% en 2020 y en 2021 un crecimiento de 5,6%. Las estimaciones para el siguiente año indican una evolución de 2,6%.
¿Qué pasó con Paraguay?
Al observar el comportamiento de Paraguay, el país se ha destacado por mantener una mayor estabilidad. Aunque sufrió una leve contracción de 0.4% en 2019 y 0,8% en 2020, mostró una recuperación sostenida, alcanzando 4,0% en 2021.
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En los años 2022, 2023 y lo que se espera para el 2024, las perspectivas dan cuenta de crecimiento de 0,2%; 4,7% y 3,9%, respectivamente. Mientras que para 2025, se espera que su crecimiento se sitúe en 3,8%, reflejando un comportamiento positivo en comparación con otras economías de la región.
Las estadísticas muestran cómo los países de América Latina han enfrentado ciclos de contracción y recuperación, influenciados por factores globales como la pandemia, otros shocks externos y las propias dinámicas locales. Aunque la recuperación fue fuerte en 2021, la desaceleración en los años siguientes indica retos estructurales para sostener el crecimiento a mediano plazo, más aún en un escenario de alta incertidumbre vinculado a políticas económicas de importantes economías del mundo como Estados Unidos, China y Brasil.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.