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Debajo del título, que con sus dos líneas ocupaba nada menos que las seis columnas de un diario tamaño tabloide, el diseñador de la tapa insertaba la foto del colega que captó en todo su esplendor, tal vez la explosión más poderosa en estos confines, que derribó las dos sólidas estructuras que aún contenían al hasta entonces indomable río Paraná.
“En Itaipú fue el asombroso espectáculo que mantuvo en tensión a todo el país durante varios minutos”, añadía el redactor del título de ABC Color, así como de la correspondiente llamada acerca de hecho al que las oficinas de la margen paraguaya de Itaipú calificaron ayer como “una epopeya”.
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Desde Itaipú recordaron esta mañana que el 20 de octubre de 1978 abrieron el canal de desvío del río Paraná, que hizo posible que secaran un tramo del lecho original del río para que fuese construida en ese sitio la presa principal de hormigón”. El canal de desvío tenía 2 kilómetros de extensión, 150 metros de ancho y 90 metros de profundidad.
El hecho, al que califican como “histórico”, quedó grabado en la mente de los más de 30.000 obreros “que tuvieron el privilegio de presenciar este acontecimiento para la construcción de la represa binacional”, añade la margen derecha de Itaipú.
Explosiones simultáneas que duraron solo tres segundos
Detallan que el 20 de octubre de ese año, las dos ataguías arqueadas fueron demolidas por explosiones simultáneas, una poderosa decisión cuya concreción demandó apenas tres segundos, explican.
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Agregan que la explosión comenzó en el centro de los arcos, que pronto se extendió por las jambas y que volaron grupos de tres orificios, con intervalos de “20 milisegundos (milímetros por segundo, mm/s). Destacan que ese procedimiento mejoró la fragmentación, redujo la expulsión de los fragmentos y minimizó la intensidad de las vibraciones que causó la explosión.
Los colegas de ABC que cubrieron el acontecimiento relataron al día siguiente a los lectores de ABC, que cerca de las 11:00 de ese día llegaron al palco que instalaron para la ocasión los entonces presidentes de nuestro país y del Brasil, generales Alfredo Stroessner y Ernesto Geisel.
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Añadían que “la ceremonia del desvío” comenzó con los discursos que habían pronunciado, primero el brasileño y luego el mandatario paraguayo.
Stroessner, Géiser, la aguda sirena y la implosión
Luego de los discursos, detallan, Stroessner y Géiser fueron invitados por el Ing. Enzo Debernardi y el general José Costa Cavalcanti, entonces director general adjunto y director general de la entidad binacional respectivamente, al accionamiento de la palanca que advertía de la inminente explosión con el “agudo e impresionante toque de sirena, que se prolongó durante dos minutos”.
“Luego el instante cumbre, histórico, en el que se confundieron tensión, expectativa, júbilo y una notoria admiración por la gran obra de ingeniería que se había consumado”, narraban también los colegas de ABC.
Explicaron que “la voladura de las presas de contención de las aguas, en la entrada y salida del canal, “fue un acontecimiento de segundos”, pero de tinte conmovedor y espectacular”. La detonación estremeció a la multitud que llegó hasta las inmediaciones del área de obras “e inclusive fue posible advertir un ligero temblor en el lugar. “Todo ello en el marco inédito de un acontecimiento singular”.
Al respecto, el material informativo que produjo esta mañana la margen derecha de Itaipú explica que los sismógrafos en la estructura de control de deflexión registraron una velocidad de vibración máxima de 20 milímetros por segundo. “Todas las observaciones indicaron que el desvío del río Paraná hacia el canal de derivación se realizó sin incidentes ni imprevistos”. Especifican también que la fuerza que demolió las estructura de hormigón en la entrada y salida del canal artificial fueron “gigantescas implosiones” y no explosiones.
¿Desarrollo y prosperidad con solo el 9,7% de la energía?
En una de las de las oficinas paraguayas de Itaipú, con un inconfundible sesgo ideológico, se lee que “el desvío del caudal del río Paraná marcó un antes y un después en la historia del Paraguay. Así como el cuerpo de agua tomó un nuevo trayecto, el país también siguió un nuevo norte que, gracias esta monumental obra, trajo consigo desarrollo y prosperidad para la nación”.
El cuerpo de agua tomó un nuevo trayecto, aguas arriba sumergió el Salto del Guairá o Salto Grande de las siete caídas y, a lo largo y ancho del embalse, permitió que Brasil contase con un depósito casi permanente de energía hidráulica, que en los 40 años de producción, le garantizó el 90,3% de la energía eléctrica que generó Itaipú, dejándole al mercado nacional un remanente de apenas 9,7%.
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Si el aprovechamiento del 9,7% de la producción acumulada de la central binacional “trajo consigo desarrollo y prosperidad” es inevitable que todo paraguayo, medianamente atento, pregunte qué hubiera pasado con el Paraguay si respetaban su derecho sobre el 50% de energía de Itaipú y le pagasen el “justo precio”, y no apenas US$ 4,4 por cada MWh que cedió a su socio paritario, obligado por el Tratado o por una interpretación del Tratado.