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Si bien se destaca la buena producción de soja de la campaña actual como la que está en proceso, el aumento considerable de la exportación de granos en estado natural, principalmente hacia la Argentina, llevó a que la industria local reduzca de manera considerable su actividad en este segundo semestre del año, básicamente forzando a que la mayoría de las fábricas estén actualmente paradas por lo que queda del año, advierten desde la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro).
Señalan también que esta situación dejan en evidencia los problemas de competitividad que tiene la industria aceitera en Paraguay con relación a las industrias de otros países.
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Se requieren políticas activas
Desde el gremio reconocen que para modificar la situación actual se requiere de políticas activas, principalmente un tratamiento fiscal que garantice equidad entre las industrias exportadoras y no genere sobrecostos para el que es el principal sector industrial del país en términos de Inversión Extranjera Directa.
Añaden también que en las condiciones actuales, incluso para estas industrias que han realizado grandes inversiones en el país es más competitivo exportar soja en estado natural, que son utilizados por fábricas del extranjero, que aprovechar la capacidad instalada disponible en el país.
Detallan también que actualmente ya existe muy poca disponibilidad a nivel local para que las industrias puedan seguir agregando valor a esta materia prima. Considerando la capacidad instalada actual (que solo cubre alrededor del 40% de la producción de potencial de soja), los precios registrados en el año y la estimación de molienda anual, el país deja de ingresar más de US$ 65 millones este 2024 por exportar soja en estado natural en lugar de aceite, harina y cascarilla de soja.
Esto pone de manifiesto la necesidad de que en nuestro país se aplique una “política espejo”, ya que los principales países mercados del mundo ponen trabas para los productos industrializados, aplicando barreras al ingreso de los productos agroindustriales, pero liberando o favoreciendo la compra de materia prima, en este caso la agrícola, señala el gremio.
Desde Cappro añaden también que con las condiciones de competitividad adecuadas la agroindustria nacional, y en particular la cadena de valor de las oleaginosas, podría convertir todo el potencial que sigue teniendo en una realidad.
“Esto llevaría no solo a mayores inversiones en este sector, sino a más y mejores empleos formales y de calidad, además, se generará un mayor ingreso de divisas por exportar más productos industrializados de mayor valor en lugar de materias primas agrícolas en su estado natural, produciendo un efecto derrame en toda nuestra economía, provocando también la diversificación de las industrias que se instalen en el país”, sostienen.
Mejor aprovechamiento
Finalmente, el gremio refiere que tanto las aceiteras como las industrias de biocombustibles o cualquier otra que se alimente de las oleaginosas y sus derivados permitirán profundizar mucho más el aprovechamiento interno de los productos agrícolas que actualmente ya se obtienen gracias al excelente trabajo de nuestros productores y el apoyo de toda la cadena.
“Esto hace mucho más profundo el impacto que generan este tipo de inversiones”, explicaron.
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Exportaciones hasta agosto
Desde inicios de este año hasta el cierre del mes de agosto fueron exportados 6,89 millones de toneladas de soja en estado natural, cifra que supera ampliamente al mayor registro histórico anterior (5,21 millones de toneladas, en el mismo lapso comparado del 2020), según datos de Cappro.
Se destaca incluso que el volumen parcial exportado de granos de soja de este año ya supera incluso el total al cierre del 2020, periodo en el que se había enviado el mayor volumen de esa materia prima sin procesar.