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El primero de esos hechos se relacionaba con el llenado del embalse del complejo hidroeléctrico Yacyretá, pero solo hasta la cota 76 metros sobre el nivel del mar, siete metros por debajo de la cota definitiva.
El segundo, la puesta en servicio de la primera de las veinte unidades productoras programadas entonces para el complejo binacional.
El tercero, la inauguración de Yacyretá, un acto visiblemente formal, no solo por los tramos pendientes de la obra, sino también por los problemas técnicos y financieros que aún no podían solucionar.
Los tres niveles aprobados para la elevación del embalse (76, 78 y 83 msnm) fueron tal vez la ecuación técnica más compleja de la obras, debido a sus derivaciones sociales y financieros.
En agosto de 1998 alcanzaron las 20 turbinas
Debieron transcurrir otros cuatro años -agosto de 1998 - para que la nueva central complete su parque de maquinarias, pese que la llamada “cota definitiva” no alcanzarían antes del 12 de febrero de 2011.
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Esta suerte de “descalce”, pero de agua, tuvo otra repercusión, el daño que sufrió una parte importante de ese parque, que para la Entidad Binacional Yacyretá se tradujo en un fuerte sobrecosto, sobre el cual nunca hubo una rendición de cuentas confiable.
En cuanto a la financiación del proyecto, la Nota Reversal del 9 de enero de 1992, recordemos, fue rechazado en 1994 por el Legislativo de nuestro país, porque lo consideraban inconveniente a los intereses nacionales. No obstante la parte argentina, con la complacencia de los gobiernos paraguayos de turno, decidió aplicarla y el caos resultante sigue vigente pese a los años que pasaron.
¿Por qué siete años de atraso? porque el Art. XVI del Tratado, que rige desde marzo de 1974, establecía que “la puesta en servicio de la primera unidad generadora ocurra dentro del plazo de siete años después de la fecha de entrada en vigor del Tratado”, o sea, 1981.
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Argentina demora la designación de sus consejeros
Un dato que sustenta la hipótesis del desorden en Yacyretá, hasta la fecha el gobierno de Javier Milei no designa a los integrantes argentinos del Consejo de Administración de Yacyetá, el máximo organismo administrativo de la entidad binacional.
Recordemos algunos de sus perfiles más inquietantes del desorden binacional: la EBY arrastra una cuantiosa deuda -estimada en más de US$ 4 mil millones - porque Argentina solo paga una minúscula parte de la cuenta que tiene con ella por suministro de energía.
Tampoco atiende con regularidad la deuda con el gobierno paraguayo en concepto de Compensación por Cesión de Energía, atraso que no carga con las tasas punitorias habituales en la práctica financiera.
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No obstante la central, que opera comercialmente desde agosto de 1994, según una precisión que le escuchamos al Ing. Juan José Encina, expresidente del UIA, docente de Fiuna y presidente de la IEEE Paraguay, en sus registros acumula una producción de 449.956,144 MWh (1 MWh = 1000 KWh), cantidad que, con una tarifa de mercado y pagada regularmente hubiera cubierto perfectamente los costos del proyecto Yacyretá, en discusión aún hoy.
Menos del 10% en 30 años de producción de la central
No obstante, otro dato que llama la atención se relaciona con la “tasita” de utilización paraguaya de ese total acumulado: 7,7% (34.673.882 MWh) entre 1994 y el 2024.
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Si el registro acumulado de producción de Yacyretá trepa a 449.956.144 MWh y la “tasita” paraguaya de aprovechamiento apenas mide 34.673.882 MWh, una conclusión se precipita ruidosamente: Argentina aprovechó el 92,3% faltante (415.282.262 MWh) en el lapso de referencia.
El Art. XIII del Tratado de Yacyretá consagra la división de la producción energía en partes iguales entre nuestro país y Argentina, luego en los 30 años que transcurrieron entre 1994 y el 2024, 224.978.072 MWh pertenecían al Paraguay.
Apuntábamos más arriba que en el período de referencia la ANDE retiró solo 34.673.882 MWh, el 15,4% de nuestro energía, y que nuestros gobiernos de turno “cedieron” la diferencia: 190.304.190 MWh (84,6%) a cambio de una compensación que rondaba apenas los US$ 8/MWh, pero que nunca fue honrada con regularidad y, para colmo de males, liberada de las tasas de castigo por morosidad.