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El documento, según la historia oficial, “fue el punto de partida para la edificación de la central hidroeléctrica Itaipú”.
En una visión más independiente sostiene que fue la salida pacífica a una inminente confrontación armada entre los dos países debido a diferencias limítrofes.
El Paraguay denunció que antes de la suscripción del de la acta, el 22 de junio de 1966, avanzadas de las FF.AA brasileñas penetraron la frontera y se instalaron en territorio paraguayo.
La agresión armada, según historiadores compatriotas, independientes de la entidad binacional, obligó a los EE.UU a intervenir y que la secuela de esta intervención fue el Acta Final de Foz de Yguazú.
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Siete años después, el 26 de abril de 1973, las dictaduras militares que gobernaban el Paraguay y el Brasil firmaron el Tratado de Itaipú, documento que no solo convalidó la esencia del Acta en cuestión sino además sumergió en las profundidades de las letras chicas del Tratado, beneficios fundamentales del Paraguay.
Si el Acta de 1966 ignoró la soberanía del Paraguay sobre los Saltos del Guairá, el Tratado cercenó su derecho al justo precio por su excedente, además la especificación “de preferencia” al derecho de adquisición del excedente de nuestro país en Itaipú.