La suerte del Anexo C del Tratado es un misterio, pese a los 51 años

“El Paraguay y el Brasil acordaron ayer la trascendental determinación de iniciar la construcción de la central hidroeléctrica Itaipú -la mayor del mundo- que permitirá el aprovechamiento energético del enorme recurso natural contenido en el Salto del Guairá y en la parte jurisdiccional del río Paraná, abriendo y avizorando el futuro...”.

El 26 de abril se cumplieron cinco décadas de la firma del Tratado de Itaipú en 1973 por los dictadores Emílio Garrastazu Médici (Brasil) y Alfredo Stroessner Matiauda (Paraguay)
El 26 de abril se cumplieron 51 años de la firma del Tratado de Itaipú en 1973 por los dictadores Emílio Garrastazu Médici (Brasil) y Alfredo Stroessner Matiauda (Paraguay)

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El párrafo transcripto fue el arranque del material informativo que publicó ABC Color en su edición del viernes 27 de abril de 1973, para informar al pueblo paraguayo sobre la firma del Tratado de Itaipú, que en la fecha cumple su aniversario N° 51.

Añade el material que “el tratado pertinente fue suscrito ayer, al mediodía, en la ciudad de Brasilia por los cancilleres de ambos países, doctores Raúl Sapena Pastor y Mario Gibson Barbosa, en una histórica ceremonia que contó con la asistencia de los presidentes Alfredo Stroessner y Emilio Garrastazú Médici”.

En el arranque de la noticia, el colega que la redactó, apuntaba también que: “Aunque se decía que en los primeros años, el Paraguay no recibirá fondos por su venta de excedente al Brasil en compensación por la amortización de su cuantioso aporte de capital para la obra, se estima que nuestro país, en un futuro no lejano, podrá beneficiarse con ingresos calculados en más de 173 millones de dólares anuales por la comercialización de su excedente, lo que da cabal idea la excepcional importancia económica de la represa de Itaipú ...”.

El escrito, precursor sin dudas, en pocas líneas demostraba que las dictaduras responsables del Tratado, al menos a los periodistas paraguayos, no entregaron el texto del de Tratado antes de que lo firmasen los cancilleres o, si lo hicieron, fue apenas algunas horas antes del acto.

Con el paso de los años se confirmó que el Paraguay no comprometió su soberanía sobre río Paraná a cambio del capital que inyectó Brasil, que nunca fue un “aporte”, pese al tratado, sino otro excelente negocio para sus intituciones que fungieron de prestamistas. Además, que la lógica “comercialización” del excedente paraguayo fue sustituida por la maniobra cesión/compensación, cuyo valor unitario promedio en 40 años de producción apenas supera los US$ 4 por MWh cedido.

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