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Cuando la escuché decir esa frase, quedé sorprendida e indignada. “Tenés que hacer algo productivo”, le recriminó el marido a una mujer que crió a sus 4 hijas. Esta frase es parte del testimonio de Susana Viñales, madre, deportista, esposa y emprendedora, dedicada a diseñar y producir indumentarias para atletas del tenis. En este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, amerita conocer testimonios y datos sobre la realidad de muchas paraguayas.
“Algo productivo tenía que hacer, según mi marido. Entonces dije ‘¿qué es lo que puedo hacer?’. Era la famosa chica mantenida a la que después el marido le reclama. ‘Levantate y hacé algo productivo’, me dijo. Entonces fue una motivación demostrar que podía hacer algo (remunerado) y descubrí algo que me apasiona, el mundo de la costura”, me contó Susana durante un programa televisivo en vivo.
Esto me generó admiración, ya que yo, madre de un hijo de 10 años, evalúo constantemente lo difícil que es la maternidad en una sociedad que carga todo el peso de los trabajos no remunerados en las mujeres.
Pero mi entrevistada, orgullosa de haber logrado un emprendimiento remunerado, relató que crió a sus cuatro hijas, todas tenistas y representantes del país en certámenes deportivos. Incluso ella misma compite en su categoría, ya que tiene una “familia de atletas”.
Su emprendimiento, “Wuarani ropas deportivas”, no solo le generó ingresos, sino, además, la satisfacción de la productividad (según el modelo económico que rige la mayoría de los países). Susana le dio su toque patriota a las prendas: Hay líneas que incluyen diseños de ñanduti u otras alegorías de la cultura paraguaya, lo que también motiva a los deportistas, según testimonió. “El simple hecho de ver algo nuestro transmite el orgullo de representar al país”, dijo.
Pero en Paraguay, muchas de nosotras no nos sentimos orgullosas de la realidad. Porque nos duele esa otra cara del país que muestra uno de sus lados más injustos: la discriminación y las asimetrías de género.
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El peso sobre las mujeres
Es que el trabajo no remunerado recae principalmente en mujeres, que dedican más del doble de su tiempo al cuidado de los hijos, adultos mayores y enfermos dentro del hogar y a tareas domésticas. Al “trabajo doméstico no remunerado”, los hombres dedican 5,3 horas semanales y las mujeres, 18,3 horas. En tanto que a “tareas no remuneradas de cuidado a miembros del hogar”, ellos dedican 7,5 horas a la semana mientras que ellas, 12,9 horas, según la Encuesta del Uso del Tiempo (EUT).
La economista Verónica Serafini conversó conmigo al respecto. Gran parte de los problemas laborales que tienen las mujeres es por la falta de políticas de cuidado, me dijo. “Como no hay centro de cuidado infantil, no hay rehabilitación para personas con discapacidad, no hay centros para personas mayores, no queda otra (opción) para las mujeres que quedarse en sus casas, aún cuando ellas hayan estudiado”, explicó. En consecuencia, “pierden ellas la oportunidad de tener un trabajo decente, pierde el país en términos productivos y de consumo, pierde la sociedad porque no se reduce la pobreza”.
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Entonces me pregunté, más allá del reporte de EUT y otros datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), ¿acaso los testimonios de nuestras amigas, hermanas, vecinas, no son la muestra palpable de la enorme diferencia en la carga de tareas que la sociedad asigna a las mujeres?
Emprendieron para poder estar con sus hijos
Lourdes Bejm es maquilladora y peinadora, especialista en cejas y pestañas. Tomó la decisión de renunciar a una empresa en donde trabajó de forma estable durante 9 años, porque quiso emprender de manera independiente para dedicar más tiempo a sus hijos. ¿Acaso no es el deseo de la mayoría de las mamás? Necesitamos del trabajo remunerado, pero precisamos darles amor a nuestros hijos, cuidar de nuestros seres vulnerables. Pero también necesitamos distribuir ese peso de manera más equitativa.
En el caso de Lourdes, se ocupa todos los días de su niña de 8 años de edad y de su preadolescente de 11. “En un mes solo me libero de ocuparme de ellos seis días, que son las jornadas que se van con su papá, cada 15 días”, contó. Además, las tareas domésticas nunca acaban, “porque un día que no las hacés se acumulan más los trabajos”.
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Lourdes reconoce que si dedica menos tiempo a esos trabajos no remunerados, su negocio propio podría crecer en 100%. “Podría trabajar muchísimo más. A veces mi agenda es limitada porque debo dedicarme a ellos”, admitió, lo que consolida la necesidad de que en el Paraguay se impulsen políticas de cuidado. Bien lo subrayó Serafini: “Una política de cuidado contribuye a que todos estemos mejor”.
Es claro que muchas mamás dedicamos tiempo a nuestros hijos y somos felices al hacerlo. Aunque también deseamos poder trabajar y ser independientes de nuestros maridos, parejas o padres. Eso es lo que relató Romina Pérez, propietaria de Chiquis Naturales, que fundó hace 5 años.
Ella tiene un negocio de aceites esenciales y aromaterapia que se inició con la idea de que más mamás se enteren de que existen soluciones naturales alternativas a limitaciones de salud y del bienestar. “Una vez que yo las conocí, me daba pena no comentárselas a todas, porque sé que una mamá puede vivir situaciones desagradables y es la mamá la que ‘apechuga’ más que todos en la familia”, me dijo.
En el pasado, Romina trabajó en empresas de periodismo –de hecho, en alguna época fue mi jefa–, pero decidió dedicarse al emprendedurismo para liberarse de horarios fijos de trabajo, para poder invertir tiempo en su familia. “Cuando mi hija mayor tenía una corta edad, tuve que trabajar afuera por ser periodista, muchas horas y muchos días, y eso me privó de numerosos momentos con ella. Entonces fue como una promesa a mí misma, que cuando tuviera mi segunda hija, iba a tener un emprendimiento que lo realice desde mi casa. Porque no quería perderme muchos momentos que me perdí con la primera por situaciones laborales. Esto surgió y se adecuó mucho a mi forma de vida, a mi ética, a mi moral”, relató.
La doble escolaridad, una política de cuidado
Hoy todos los días se dedica a cuidar a sus hijas, de 6 y 17 años de edad. En este caso, las niñas tienen doble escolaridad, lo que le permite a nuestra emprendedora dedicarse a su negocio en ese tiempo. “Los domingos mis hijas se van a la casa de su abuela y mi marido es el que cocina, hace todo. Y a la tarde tengo tiempo libre, entre comillas”, añadió.
Le dije que le admiro por su decisión. El testimonio de Romina es un ejemplo de lo mencionado por Verónica Serafini, acerca de que, si se hacen bien, las políticas educativas pueden ser parte de las políticas de cuidado, que consisten en la redistribución de las obligaciones de cuidado de la sociedad, que hoy recae sobre las mujeres.
“La extensión de la jornada escolar con el almuerzo incluido permitiría a muchas mujeres ir a trabajar, porque pueden salir a la hora que salen los niños y volver a la hora en que ellos retornan. Podrían tener más oportunidades laborales”, me explicó Verónica, y al escucharla, me indigné con la noticia de que esta misma semana, en que conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres, el Sindicato de Directores pidió que el horario extendido que tienen algunas escuelas en el país se suspenda por falta de almuerzo escolar. Es decir, en lugar de exigir al Estado que cumpla con los programas de merienda escolar, se planteó eliminarlos. Un retroceso.
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Los dobles y triples trabajos
No obstante, tomando el testimonio de Romina, es justo reconocer que no todas las madres se benefician de la doble escolaridad. Hay mujeres que toman varios trabajos en distintos turnos para generar ingresos.
Este es el caso de Cynthia Lezcano, vendedora en una chipería, donde atiende a clientes del local de lunes a lunes por las mañanas. Adicionalmente, luego de estudiar una tecnicatura en uñas de salón, se dedica a este rubro por las tardes, entre semana y fin de semana. “Trato de aprovechar al máximo cualquier ingreso que se me presenta”, afirmó, mientras me contaba más detalles de su historia de vida.
¿Pero cómo hace Cynthia para soportar un trabajo sin días libres?, me pregunté. Su relato despejó mis dudas: Tiene dos importantes motivaciones, una hija de 7 años de edad y otra de 11. “Una de las principales razones por las que decidí trabajar medio día, por las mañanas, y ser emprendedora por las tardes es poder administrar mi tiempo para poder cuidar a mis dos hijas”, añadió.
“El cuidado de mis niñas es diario, ya que están en edad escolar. Llego, les preparo el almuerzo, les ayudo con el uniforme, con las tareas. Trato de estar presente en cada momento del día. En cuanto al trabajo doméstico, también es de todos los días. En casa vivimos mis niñas, mi marido y yo. Mi pareja me ayuda mucho”, aseguró.
Finalmente, tras escuchar los testimonios de estas mujeres valiosas, y de otras más que podrían llenar todo el diario, solo puedo concluir que, en definitiva, las mujeres somos capaces de hacerlo todo. Pero no es justo que sea así. Falta equilibrar el trabajo y que tengamos la opción de decidir cuánto tiempo dedicamos al hogar y al trabajo remunerado, de eso se trata la autonomía económica.
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¿Qué incluye una política de cuidado?
La economista Verónica Serafini enumeró algunas acciones que se incluyen en una política de cuidado: Otorgar las licencias familiares para las mujeres que trabajan en relación de dependencia, las licencias por nacimiento, tener guarderías en las empresas, centros de cuidado infantil públicos, la expansión de los servicios de jardín, que haya centros de abrigo para personas adultas mayores.
“Las políticas de cuidado tienen retornos en el PIB, en el sistema tributario, porque una mujer que tiene salario va y lo gasta en consumo familiar, eso es aporte de IVA, tiene retorno en seguridad social porque lo paga, en la productividad y eficiencia”, dijo.
Explicó además que es un problema de eficacia económica, porque por un lado estamos invirtiendo en educación de las mujeres, pero por el otro, no damos oportunidades laborales. “No se reduce la pobreza porque hay un 43% de mujeres que no está trabajando y la mayoría de los hogares necesita dos ingresos en este momento. Una política de cuidado es una inversión y no un gasto”, aseveró.
Según los datos, se encuentra en el Parlamento el proyecto de ley de cuidado, para crear un “Sistema Nacional de Cuidado”. “Es importante por los derechos de las mujeres, porque no hay reducción de la desigualdad económica si no compartimos el trabajo no remunerado”, puntualizó.