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El mundo cambió en medio siglo, y hoy enfrentamos con certeza absoluta la necesidad de adaptar el Tratado de Itaipú a una realidad completamente distinta, expresó el miembro del Consejo de Administración de Itaipú Binacional, Ing. Gerardo Blanco, al cumplirse 50 años de vigencia de dicho documento binacional.
“El tratado cumplió su objetivo principal: hacer de Itaipú una realidad técnica, económica y financiera. Con la activación de la cláusula del Anexo C, el 13 de agosto, que exige su revisión, nos encontramos ante un reto trascendental”, manifestó. Y agregó que esto va más allá de un mero trámite administrativo.
“Es una oportunidad para convertir el pretexto de la revisión del Anexo C en un catalizador para el diálogo social que mejore el contexto social de nuestros compatriotas. Debemos unirnos como paraguayos, no en el qué o el porqué, sino en el para qué queremos Itaipú”, reflexionó.
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Según el Ing. Blanco, solo con una visión social que una las voces de los diferentes sectores y nos guíe hacia el progreso tendrá sentido negociar con Brasil un nuevo tratado. “Este es un momento decisivo. La revisión integral del Tratado no es solo una opción; es una necesidad. Es una llamada a la acción para construir un nuevo pacto que incorpore explícitamente los valores mencionados, haciendo nuestra relación más transparente y justa, en la que la confianza y la responsabilidad sean los pilares de nuestra cooperación futura”, subrayó el consejero.
Sobre la soberanía energética, el Ing. Blanco comentó que en Paraguay esta fue históricamente ligada a la venta de energía en mercados internacionales. “Aunque esta estrategia puede generar ingresos, es rentista y paradójicamente plantea riesgos a la soberanía nacional, al someter a Paraguay a reglas y regulaciones definidas por terceros países, donde Paraguay no puede tener ninguna injerencia”, aseguró.
Advirtió que cualquier regulación de transacciones energéticas debe estar enmarcada en un tratado internacional que resguarde los intereses soberanos de Paraguay. “La venta de energía no debe ser un fin, sino un medio para impulsar una visión desarrollista, reinvirtiendo los ingresos en el fortalecimiento de la infraestructura, la educación y la tecnología, pilares clave para el crecimiento y bienestar sostenible”, dijo.
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Añadió que “la verdadera soberanía energética se alcanza cuando un individuo es capaz de transformar soberanamente su propia energía en su propia dignidad humana, y esto lo alcanzamos únicamente creando suficientes oportunidades para nuestros compatriotas transformen su energía en su desarrollo”.
Aunque Blanco resaltó que Paraguay sin Itaipú sería terriblemente diferente, reconoce que hay aspectos en los que se podría haber avanzado más, como en el acceso y consumo de nuestra energía para un desarrollo más intensivo. “El déficit en inversión en infraestructura eléctrica ha limitado históricamente la capacidad de aprovechar y explotar toda nuestra energía y contar con una mejor calidad de suministro eléctrico, principalmente consumiéndola en industrias que generen trabajo en Paraguay, dando oportunidades a los paraguayos”, expuso.
Y puntualizó que hoy, por primera vez en su historia, Paraguay tiene acceso físico real a toda su energía eléctrica, gracias a inversiones sostenidas e históricas en la ANDE, con una contribución financiera sin precedentes de Itaipú Binacional.
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Mecanismos de transparencia
“Para fortalecer la confianza social en nuestra cooperación binacional, es imperativo instituir mecanismos legítimos de transparencia. Estos mecanismos deben asegurar el acceso público a la información y garantizar una supervisión y rendición de cuentas eficaces. Es vital que se institucionalicen binacionalmente para protegerlos de influencias o interpretaciones políticas coyunturales”, reconoció el Ing. Blanco.