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El experto en Energía, Victorio Oxilia, recordó que el año pasado ya bajó uno de los componentes de la tarifa de Itaipú, que es del pago de la deuda (que se terminó de abonar el 28 de febrero de este año) y que se pudo haber aprovechado para subir otro componente.
“Era una oportunidad estratégica aumentar la compensación por cesión de energía. Esa pérdida calculamos en US$ 95 millones anuales, que podíamos haber negociado el año pasado para conseguir una compensación adicional”, dijo.
Explicó que al reducir la tarifa de Itaipú de US$ 22,6 kW-mes a US$ 20,75 kW-mes resultó en una diferencia en la factura de ENBPar y ANDE de US$ 270 millones. Y que al dividir en mitades iguales ese beneficio tendría que representar US$ 135 millones para cada país, porque la mitad corresponde a la energía paraguaya y la otra a la energía brasileña.
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“Ellos llevaron su US$ 135 millones y entraron en nuestro beneficio, porque la ANDE se benefició solo en US$ 40 millones de la reducción de su factura. Entonces quedaron flotando US$ 95 millones que corresponden a la energía que le cedemos al Brasil pero no le cobramos un plus adicional”, detalló Oxilia.
Según el experto, Paraguay pudo haber planteado que si baja la tarifa y la factura, ya que la mitad de la energía es nuestra, esos US$ 95 millones se negocie “porque es mi energía que estoy cediendo”. “No se consiguió nada a cambio, es una perdida de oportunidad estratégica de negociación”, apuntó.
Y esto mismo se repitió otra vez este año, pero por un monto mayor, ya que la diferencia de US$ 95 millones del 2022, en el 2023 será de US$ 191 millones. “Si sumamos ambas pérdidas de oportunidades, de la tarifa 2022 y la tarifa 2023, tenemos US$ 290 millones aproximadamente que estamos perdiendo en oportunidad de negociar con ellos”, indicó.