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La inauguración de Acaray 1, un punto de inflexión en el marco de esa rutina que aún se sostenía con la generación térmica de electricidad, no alcanzó el nivel que le auguraron en numerosos elogios y en pronósticos desbordados de optimismo.
“Esta moderna obra de ingeniería, que junto con su eficiencia tiene un sentido de belleza porque se orienta hacia el futuro”, decía ese 16 de diciembre Felipe Herrera, entonces presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), según puede leerse en publicaciones de la época.
No obstante, aún con la posterior incorporación del G2 de Acaray 1, del G3 y del G4 de Acaray II, luego de Itaipú y Yacyretá, la participación de la hidroelectricidad en la atención del consumo del nuestro mercado eléctrico era de apenas 18% en 2021, según el Viceministerio de Minas y Energía; en tanto que la producida con biomasa era del 41% y con derivados el petróleo, 41%.
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Según las mimas fuentes, el complejo hidroeléctrico Acaray tuvo un costo aproximado de los US$ 36.344.000, que fue construida por la ANDE con la financiación del BID.
Las dos etapas de ejecución del proyecto
Explican asimismo que construyeron la central en dos etapas: Acaray 1, cuyas unidades productoras ajustaron su entrada en servicio a la siguiente secuencia: grupo G1, el 16 de diciembre de 1968 y el G2, el 3 de febrero de 1970. Acaray 2 puso en servicio el grupo G3 el 19 agosto de 1976 y, por último, el G4 entró en servicio el 11 de marzo de 1977.
La central, con sus cuatro unidades cuenta con una potencia de 210 MW (30% de una unidad de Itaipú) y con una producción caracterizada por su irregularidad. En efecto, el 2008 generó 1.217.756 MWh, pero en los once meses que transcurrieron de este año produjo tan solo 698.772 MWh.