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Los relojes, marcaban 11:15 del viernes 20 de octubre de 1978, cuando los dos muros o ataguías que evitaban hasta entonces el ingreso de las aguas del río Paraná al canal artificial comenzaron a desmoronarse tras el estallido de las cargas explosivas que colocaron en estas estructuras para la construcción de la represa Itaipú.
Eran dos muros o diques, uno en la entrada del canal artificial y otro en su salida. Su construcción tuvo entonces un costo US$ 2.800.000, según añade ABC en la publicación que hizo en la fecha de referencia.
“Se consumó ayer el histórico desvío de las aguas del torrentoso Paraná”, era el titular que los colegas de entonces dieron de la noticia sobre este acontecimiento al que no dudaron en calificar como sin “sin precedentes”.
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Las explosión de hace 44 años, que hizo posible que comenzase la construcción de la presa principal de hormigón, detrás de la cual se sitúa la casa de máquinas con 18 de sus 20 grupos productores, era el punto culminante de un meticuloso proceso que culminó con el desvío del “torrentoso Paraná”.
El ex canal de desvío contiene hoy a las unidades 19 y 20
En el canal desvío, sobre el cual continúa la represa hacía el territorio brasileño, así como la casa de máquinas, en el 2006 y 2007 instalaron las unidades N° 19 y N° 20, gracias a una modificación del Anexo B, o de descripción de las obras del complejo.
Hoy 38 años después de que comenzara la fase de producción de Itaipú, en Paraguay seguimos debatiendo sobre las estrategias que harían posible que derribemos los “muros” que permitieron - aún permiten- desviar hacia el Brasil más del 80% de la energía paraguaya en la gran central a cambio de una “compensación” que, en promedio, que no llega a los US$ 5/MWh.