El mallorquín buscará un puesto en los cuartos de final contra el polaco Jerzy Janowicz, finalista de la pasada edición y décimo cuarto favorito, que ayer martes venció al colombiano Santiago Giraldo y que tendrá un día más de reposo.
Nadal comenzó bien su andadura en Bercy, un torneo en el que no comparecía desde 2009, por motivos diferentes, pero en el que tiene firmadas la final de 2007, que perdió ante el argentino David Nalbandian, y las semifinales de hace cuatro años, cuando cayó contra el serbio Novak Djokovic.
Precisamente con “Nole” tiene una batalla en la distancia, puesto que los dos están peleando por acabar el año en el primer escalón del ranking, algo que el mallorquín ya hizo en 2008 y 2010.
Los dos se encontrarían en una hipotética final en Bercy, antes de que ambos acudan la semana próxima al torneo de Maestros de Londres. En ambas contiendas quedará determinado el ranking final de 2013.
Para Nadal, además, Bercy tiene otros alicientes. Es, junto a Miami y Shanghai, el único Masters 1.000 que falta en su sala de trofeos y, de sumarlo este año, se convertiría en el primer tenista que gana seis de esos torneos en una misma temporada.
Por el momento, ante Granollers demostró que, tras unos días de reposo en Mallorca, no ha perdido el buen estado de forma que le llevó a firmar una gran gira asiática. No brilló, pero tiró de galones para imponerse ante un rival que le rompió el ritmo.
“He hecho un partido más bien flojito, pero es lógico después de unas semanas de descanso”, afirmó nada más terminar el encuentro.
“Marcel te quita el ritmo y hace que el partido se vuelva extraño”, añadió.
El catalán no le puso las cosas fáciles y Nadal respondió con quirúrgica eficacia.
En la primera bola de partido de que dispuso en el undécimo juego de la primera manga tomó la ventaja definitiva para sumar el parcial.
En la segunda fue algo más agresivo, pero Granollers se defendió con carácter y forzó también hasta el undécimo juego. Ahí volvió a sonar su hora y, de nuevo, el mallorquín no falló.
En cuartos se medirá a un Janowicz al que ya derrotó esta misma temporada en Montreal.
El polaco, de 22 años, es siempre un rival complicado, como ponen de manifiesto las semifinales de Wimbledon que alcanzó hace unos meses.
En París se siente bien. En el pabellón de Bercy sufrió una transformación y la desconocida oruga que viajaba por el mundo sin patrocinadores se convirtió tras alcanzar la final del año pasado en uno de los más prometedores tenistas del circuito.
Es décimo cuarto del mundo y su juego sobre la pista rápida es peligroso.