En una tarde de sol, como le gusta a Nadal, el zurdo de Manacor se impuso en una hora y 14 minutos, para esperar ya al vencedor del duelo entre su compatriota David Ferrer y el alemán Tommy Haas.
Sin ceder el saque en una sola ocasión y con menos errores que en el partido inicial contra el francés Benoit Paire, Nadal sumó su décima victoria ante el moscovita en 15 encuentros, con tercera paliza en tierra batida, similar a las que obtuvo en Roma en 2005 y 2007. En esta superficie, Nadal es la “bestia negra” del que fuera ocho del mundo, de 30 años, que en tres enfrentamientos solo ha podido ganarle 11 juegos.
La ronda de octavos en Madrid no le traía buenos recuerdos a Nadal. Fue aquí donde cayó contra su compatriota Fernando Verdasco el pasado año, después de liderar el último set por 5-2. Fue aquí también donde prometió que no volvería a Madrid si no cambiaban y mejoraban las pistas, entonces azules y con problemas de deslizamiento. Pero este año se encuentra cómodo en su color de tierra favorito, el rojo.
Nadal sigue sin ceder su saque en dos partidos. Esto es quizás lo mejor de su juego, que continúa profundo desde el fondo, seleccionando las dejadas que le hacen sus rivales para dañar sus rodillas e intimidarle. Él, al contrario, les atormenta con su derecha, cada vez más adaptada a la altitud madrileña.
En la grada, el público de Madrid le animó como siempre fiel a su cita con el de Manacor. “Te quiero más que a Cristiano” le gritaron, mientras entre el público el defensa del Real Madrid Sergio Ramos departía con el extenista Carlos Moyá, mentor de Rafa en sus inicios.
El dos veces campeón en Madrid suma ya su victoria 27 en este torneo. La de hoy le ha valido su acceso a unos cuartos del Masters 1000 por 55 vez en su carrera.