El escocés, segunda raqueta del mundo, había caído en las dos últimas ediciones en semifinales del Grand Slam de París, pero en esta ocasión se mostró muy superior al helvético, a quien acabó derrotando por 6-4, 6-2, 2-6 y 6-2 en dos horas y 35 minutos.
“Sabía que tenía que jugar mi mejor tenis. Creo que he hecho uno de los mejores partidos de mi carrera sobre tierra batida para poder vencer a un rival tan temible como Stan”, afirmó. Desde el principio del torneo se mascaba una final entre los dos hombres más en forma del tenis actual, que han jugado dos de las tres precedentes en los Masters 1.000 de tierra batida, con un triunfo para cada uno, el serbio en Madrid y el británico en Roma.
Y la retirada del español Rafael Nadal, lesionado en una muñeca, privó al torneo del hombre que más posibilidades tenía de evitar ese duelo. Tampoco lo hizo Wawrinka que el año pasado dio la sorpresa al privar a Djokovic del último gran trofeo que le resta.
Murray se convirtió así en el primer británico que llega a la final de Roland Garros en la “era Open”, después de que lo hicieran Fred Perry y Bunny Austin en los años '30. También es el primero que alcanza las cuatro finales de los Grand Slam y con la de mañana suma ya diez apariciones en el último partido de un torneo grande, de los que se ha apuntado dos.
Se convierte en el décimo tenista que juega las cuatro finales y en el séptimo más joven en hacerlo. Será el duelo número 34 entre Murray y Djokovic, que ha ganado 23.