Muguruza, cuarta raqueta del mundo, ascenderá al segundo puesto del ránking y se convierte en la segunda española en vencer en la tierra batida parisiense, 18 años después del último de los tres triunfos de Arantxa Sánchez Vicario (1989, 1994 y 1998). “Ha sido la final perfecta. Este es el torneo de España y una victoria aquí es lo máximo”, dijo nada más finalizar.
En un duelo generacional, Williams, de 34 años, perdió la oportunidad de igualar los 22 torneos de Grand Slam de la alemana Steffi Graf, mientras que Muguruza, de 22, ingresa en la ilustre lista de ganadoras de un grande. Si hace un año en la final de Wimbledon la caraqueña pagó ante Serena el peaje de su primera comparecencia en un partido por el título, esta vez demostró que tiene el punto de madurez para ser la heredera de la reina del circuito en la última década.
Lejos de tácticas o de largos intercambios para preparar los puntos, el partido tuvo una dirección única: dos pegadoras en un tiroteo en busca de inmediata recompensa. Superadas las desconexiones de los últimos días, Serena empezó el partido dispuesta a impresionar a su rival a fuerza de pelotazos.
Volaban los servicios y los golpes ganadores mientras Muguruza cumplía lo prometido aguantando el chaparrón con una ración de lo mismo. Tras haber superado con un sobresaliente su bautizo en una final en la Chatrier (2-2) Muguruza comenzó a soltar la ansiedad y se apuntó la primera rotura del partido, tras una doble falta de Serena.
Pero la reina del circuito había mutado. La jugadora, desganada y con gesto con dolor que se arrastró por la pista para arañar dos victorias ante dos jugadoras sin pedigrí (la kazaja Yulia Putintseva, 60º, y la holandesa Kiki Bertens, 58º), se convirtió en la especialista en ganar finales de Grand Slam (21 de 26 jugadas).
Concentrada y dispuesta a acortar al máximo todos los intercambios, aprovechó su tercera bola de ’break’ para romper por primera vez el saque de Muguruza (4-4). No se amedrentó la española. Su segunda rotura fue la definitiva porque sacó por el set y aprovechó su tercera bola de parcial con un reverso ganador a la línea indefendible.
Camino de los 35 años y con cuatro días consecutivos en pista, el potente y pesado cuerpo de Serena se resintió en la segunda manga. Vulnerable con su servicio y multiplicando las dobles faltas (9), la española se sentía más cómoda al contraataque, en el intercambio de golpes, lo que provocó un intercambio de roturas.
Pero enfrente Serena se desmoronaba. No podía seguir el ritmo de Muguruza, fresca y entusiasta ante el momento más importante de su carrera. La española tembló en su primera oportunidad. Con el saque de la estadounidense no acertó en sus primeras cuatro bolas de partido. Lo resolvió a continuación y por fin probó lo que se siente al caer sobre la tierra batida parisina.