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Una hora le tomó a Federer imponerse, 6-3 y 6-4, al británico Daniel Evans en su primer partido desde que en julio pusiera fin a su temporada 2016, tras caer en semifinales de Wimbledon. En febrero del año pasado se había operado de la rodilla izquierda y en mayo no acudió a Roland Garros por un problema en la espalda.
Ante más de 13.500 espectadores, cantidad récord para la Copa Hopaman, el 17 veces ganador de títulos de Grand Slams bromeó sobre su lesión. Consultado sobre qué lo lleva a seguir adelante, respondió: “Depende también de cómo te lesionaste. Yo me lesioné llenando la bañera de mis hijos y no era la manera en que quería terminar mi carrera. Así es cómo se sintió en el momento. Creía que volvería a jugar dos semanas más tarde en Rotterdam, y luego fueron dos meses. Seguí jugando, no me fue bien y luego, después de Wimbledon, tuve que parar. Era demasiado para mi rodilla. Estoy feliz de haber parado, para no tener que arrepentirme más tarde. Fue un tiempo largo, pero lo disfruté con mi familia y amigos. Luego extrañas el tenis y no puedes ser más feliz al regresar al court central, atarte los cordones, entrar al campo y tener este tipo de recibimientos. Valió la pena los últimos meses de recuperación”.
Sin estar seguro de cuántos Grandes puede añadir a su palmarés, sostuvo: “Sería bueno ganar otro más. Incluso, me gustaría dos, tres o cuatro”. Y el público lo alabó. Sin embargo, a sus 35 años, recordó el nivel de sus rivales de siempre y el de la nueva generación.