Federer, segunda raqueta del mundo y cinco veces ganador en las pistas duras de Nueva York, firmó uno de sus peores encuentros de los últimos tiempos y sucumbió por 6-3, 5-7, 6-7 (7/9), 6-7 (3/7) en tres horas y 33 minutos de juego.
“Aún no soy consciente, tengo tanto respeto por Roger (Federer) y por todo lo que ha hecho por este deporte... Es uno de mis héroes, no estaba a su mejor nivel pero me vale”, declaró el ganador feliz e incrédulo a partes iguales.
Así, Millman se enfrentará en cuartos al serbio Novak Djokovic (N.6) , que se deshizo antes del portugués Joao Sousa por 6-3, 6-4, 6-3. El balcánico pasó por la tarde a la siguiente instancia y todos esperaban ya por una final anticipada contra Federer. Pero éste, que tuvo dos bolas de set en la segunda manga y una en la tercera, se estrelló.
Y eso que todo parecía de su lado: era el único jugador junto al argentino Juan Martín del Potro en no haber cedido ni un solo set, presentaba un balance de 40-0 frente a jugadores de fuera del Top-50 en el US Open y Millman no había sido rival la única vez que se habían enfrentado en Brisbane en 2015.
Sin embargo, la del lunes no fue su noche desde el principio a pesar de imponerse en la primera manga por un engañoso 6-3. Errático con su servicio, empeñado en dejar la pelota corta cerca de la red e irregular desde el fondo de la pista, el helvético se fue diluyendo con el paso de los juegos.
Tres “aces”, tres dobles faltas, 45% de acierto en su primer saque, 15 “winners” y 15 errores no forzados eran la pizarra de una manga atípica. Y aún fue en la que mejor estuvo.
Y es que en la segunda, gozó de dos puntos de set pero se le acabó escapando ante la atenta mirada de personalidades tan variadas como el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton, el técnico de los Golden State Warriors Steve Kerr o la actriz Sophie Turner, que da vida a Sansa Stark en “Juego de Tronos”.
Federer necesitó un descanso. Pidió un ventilador para combatir los casi 30ºC de la noche neoyorquina, con una humedad que rozaba el 80%, pero ni así. Siguió engrosando su lista de errores no forzados, su servicio no mejoró y volvió a disfrutar de un punto para llevarse la tercera manga en el “tie break”.
De nuevo, Millman lo neutralizó. Otra vez, el australiano se levantó para acariciar el mayo triunfo de su carrera a sus 29 años. Y en la última llegó la hecatombe. Todos esperaban la remontada. Todo el Arthur Ashe, lleno a rebosar, aguardaba que Federer se levantara y firmara una de sus gestas. Estuvo cerca pero, de nuevo en el “tie break”, volvió a estrellarse. Él y la pelota en la red, una y otra vez, hasta ceder por 3/7.
Setenta y siete errores no forzados eran su tarjeta final en su adiós por la puerta de atrás del último Grand Slam de la temporada. Mientras uno se marchaba cabizbajo, el otro esbozaba la sonrisa más grande de su vida. No era para menos. Acababa de derribar a un mito en el escenario más grande posible.