El tenis, víctima endémica de la corrupción

Pionero en términos de prevención, de lucha contra el amaño de partidos y la corrupción de los jugadores, el tenis es también uno de los deportes más frágiles y más tentadores para las mafias internacionales que intervienen en el mercado de las apuestas.

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El tenis tiene “varios factores de riesgo”, apunta Pim Verschuuren, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) y coautor de “Apuestas deportivas y corrupción”, un libro publicado en 2012 en la que se aborda esta temática.

“Primero porque es un deporte individual, y por lo tanto más fácil de manipular. Después, existe una gran desigualdad financiera entre los jugadores y, finalmente, se puede apostar sobre cualquier cosa, sobre cualquier aspecto del juego”, argumenta.

Es por todo ello que el tenis, que representa entre el 20 y el 25% de las apuestas deportivas en línea, sube al 50% en el mercado del ’live-betting’, una forma de apostar altamente sensible que se propone durante un partido y hasta el momento en el que acaba.

La web británica Bet 365, una de las grandes empresas del sector, se ha especializado en la organización de apuestas punto por punto en los grandes torneos, especialmente en Wimbledon.

Y cuanto más reducido es el campo de la apuesta, más expuesto está a la manipulación. “Se puede pedir a un jugador que pierda el quinto juego, o que alguien desde las gradas le haga una señal para que pierda un determinado punto”, explica Christian Kalb, antiguo responsable de apuestas deportivas de la Française des Jeux, la empresa francesa especializada en juegos de azar y apuestas, y ahora consultor en esta materia.

200.000 millones de euros anuales

“Hasta hace cinco años, este tipo de cosas afectaban esencialmente a partidos de pequeños torneos, pero ahora la corrupción ha llegado a los encuentros más importantes”, asegura Christian Kalb.

La gran cantidad de dinero que se apuesta en estos “grandes” partidos permite más fácilmente enmascarar las manipulaciones, que pueden alcanzar varios centenares de miles de euros.

Por ejemplo, los quince días de competición de Roland Garros movieron más de 1.000 millones de euros en apuestas en todo el mundo y se estima que el montante que se genera durante una temporada alcanza los 200.000 millones de euros, de los que sólo el 15% se mueve en el mercado legal.

Eso permite a las mafias ofrecer a los potenciales corruptos cantidades mayores que las dotaciones en premios de los torneos. “Si la mafia quiere blanquear varios cientos de miles de euros a través de las apuestas, puede poner sobre la mesa 50 o 100.000 euros para corromper a un jugador”, continúa Kalb.

Una vez se entra en la espiral, el jugador pasa a ser rehén y objeto de presiones y chantaje por parte de los corruptores, que en su mayor parte son grupos ligados al crimen organizado que opera en Europa del Este, Asia y Sudamérica.

Consciente de sus debilidades, el tenis fue el primer deporte en dotarse de un mecanismo de control de las apuestas. Tras los casos destapados en 2007 por la prensa británica y la investigación del caso Davydenko, que acabó siendo absuelto, las máximas instancias mundiales (Federación Internacional de Tenis, asociaciones de jugadores y organizadores de torneos del Grand Slam) crearon la Unidad por la integridad del Tenis (TIU), cuyos expertos colaboran con la policía en numerosos países.

A su vez, las dos asociaciones de tenistas profesionales (ATP y WTA) se dotaron a su vez de reglas muy estrictas que prohíben apostar a los jugadores y a sus entornos.

Finalmente, en los grandes torneos, unos sistemas de radar detectan grandes apuestas y los hechos sospechosos de amaño.

“Globalmente, ha habido pocos casos”, asegura Pim Verschuuren. Apenas han sido sancionados una docena de jugadores secundarios en los últimos años, “porque hay muy pocos medios para obtener pruebas” por la aún escasa colaboración con las policías, excepto con las de los países de la Europa Occidental, que firmaron una convención del Consejo de Europa sobre esta materia.

El tenis, éticamente hablando, está aún lejos del fútbol, objeto del 60% de las apuestas internacionales y manchado por casos como el del Calciomesse en Italia o los frecuentes escándalos en el sudeste asiático, o incluso del cricket, inmerso a menudo en casos de este tipo.

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